Ladeado, inclinado, nominal, viajero, transferido… Entre los 22 tipos de besos catalogados por Vatsiaiana en el Kamasutra ninguno se parece al que se dieron Susana Díaz y Pedro Sánchez en el debate entre candidatos a liderar el PSOE el lunes pasado. ¡Qué caras! Está claro que un año sin verse pone nerviosos a amantes y a enemigos.
Ha llovido mucho desde que el religioso hindú redactó su inventario sexual. La taxonomía del beso incluye lubricidades inadvertidas para el sánscrito pero descritas con profusión de ilustraciones y consejos en webs de inspiración pubescente: hay toda una kissipedia en internet. También es cierto que el abanico de emociones proclives al besuqueo es variopinto hasta la contradicción. Entre el cosquilleo repentino que impulsa al beso robado y la inquina alevosa que decanta el beso de la traición, no es fácil saber qué feliz u oscura pasión habita detrás de unos labios.
Y para muestra un botón. ¿La mano tendida de la presidenta andaluza anticipa la caricia o el sopapo? ¿Los brazos adelantados de Sánchez se ponen en guardia o pronostican el achuchón? Sabemos cómo acaba esta foto, pero ni el rictus empapado de la presidenta andaluza ni el semblante carifosco y placeado del último secretario general socialista permiten anticipar el resultado de esta lidia besucona. El rostro avisado del tercer protagonista del duelo a tres tampoco aclaraba nada. ¿De qué o de quién se reía Patxi López?
Si en el abanico de sentimientos propicios al beso reparamos en los extremos, ¿el de Susana y Pedro se parece al más apasionado de la Historia o al más ladino? ¿Al que se dieron Burt Lancaster y Deborah Kerr en una playa en De aquí a la Eternidad o el que sirvió al discípulo felón para señalar al Mártir del Gólgota y salvarnos a todos por el módico precio de 13 monedas de plata?
Quizá el desenlace de este duelo, hoy domingo, nos brinde una segunda imagen como ésta para despejar estas y otras incógnitas. ¿Fraternidad o guerracivilismo a partir de ahora en el PSOE? Por Judas Iscariote, Sigmund Freud y Michael Corleone sabemos que entre besar y matar, entre Eros y Tánatos, la frontera es porosa.
Es imposible conocer las emociones que albergaron Díaz y Sánchez cuando, forzados por las circunstancias, se besaron. Pero hay quien asegura que, desde entonces, en la Sala Ramón Rubial de la madrileña sede socialista de Ferraz se oye, como una cacofonía o un eco recurrente, la frase que pronunció el heredero de don Vito tras besar en la boca a su hermano durante una fiesta en La Habana: “¡Sé que fuiste tú, Fredo!"