Tras los últimos atentados de Londres, la reacción de Theresa May ha sido inmediata: un “hasta aquí hemos llegado” que llega al punto de reclamar cambios en la legislación que afecta a las libertades fundamentales y los derechos humanos.
El error de Theresa es creer que una situación de violencia con barreras de entrada mínimas, en la que los requisitos de equipamiento y coordinación que los terroristas precisan son mínimos -han cometido atentados con un simple vehículo alquilado o con un cuchillo- puede prevenirse suprimiendo libertades o vulnerando derechos humanos. No es así. Pensar en la red como en un santuario en el que los terroristas se radicalizan es igualmente absurdo: santuarios pueden construirse en absolutamente cualquier sitio, incluidos algunos que técnicamente no se pueden controlar.
Todos los políticos que pretenden combatir el terrorismo controlando la red se han equivocado, y solo han demostrado su supina ignorancia sobre lo que es la red. Como bien dijo hace algunos años el ciberactivista Aaron Swartz, “ya no es adecuado no entender cómo funciona internet”: para dedicarse a la política, entender internet ya es tan importante y crucial como entender cómo funciona la calle, la opinión pública o los mercados financieros. Seas político, empresario o simple ciudadano, la red se ha convertido en un elemento tan fundamental en tantas cosas, que no entenderla supone una inadaptación al entorno. Aquello de “es que yo, eso de las nuevas tecnologías no lo entiendo” ya no es aceptable.
Theresa May no entiende la red. Cree que puede controlar lo que circula por ella, que si dos personas intentan coordinarse, siempre habrá formas de interceptar su comunicación y poner sobre aviso a las autoridades. No es así. Por muchas puertas traseras que intente obligar a hacer a los fabricantes de herramientas, los terroristas siempre tendrían formas de comunicarse y coordinarse que les permitiesen cometer sus atentados. Siempre podrían distribuir su mensaje a cualquiera que tuviese suficientes incentivos como para querer buscarlo. Es imposible controlar la red. Imposible. Es una palabra muy dura, lo sé, pero es así. Incluso si vigilásemos a todos los ciudadanos, los terroristas seguirían pudiendo comunicarse. Es lo que hay. Si no lo entiende, tiene que asesorarse mejor y seguir estudiando.
Lo que los terroristas precisamente quieren es que perdamos cada vez más libertades para, supuestamente, luchar contra su actividad. Saben que es una batalla en la que ganarán siempre. Políticos ignorantes como Theresa May son el mejor aliado del terrorismo. Se puede combatir el terrorismo, sí. Es difícil, pero se puede. Pero no así. Los métodos son otros.