Cachorros de la CUP. Camiseta negra a la sombra y al solano. Uniforme oscuro. Pendiente impar en la oreja, en el labio, en la plazoleta y hasta en el tálamo. Peinado a hachazos ellas, a unas rastas sui géneris ellos. El teléfono con datos para compartir informes, cartelerías, o cada acto borroka para arruinarle las vacaciones al turista, a ese señor de Núremberg o Maguncia, de Basilea o de Bristol que es, por definición, heteropatriarcal y anticalanista.
Nada se impone sino tres consignas, tres: la independencia, el socialismo y el feminismo. De la independencia lo sabemos todo, claro, una estelada con la hoz, con el martillo y una vagina que pide visibilidad en la banderola. Que de la Catalunya Nord a una pedanía de Murcia -el Carxe-, hay que defender la unidad de la lengua y la cultura ácrata y pancatalanista.
Del socialismo de la CUP y sus cachorros sabemos menos, pero Antonio Baños nos explicó algo -oh casualidad- en La Sexta y con un pizarrín. Y del feminismo sabemos que es la condición última del independentismo, el caballo de batalla de Anna Gabriel: que los niños tienen que ser amamantados por la comuna según decreto futuro del Parlament.
Y entretanto huevos al autobús, paseos destroyers y pintadas por Mallorca: todo lo visto en las Vascongadas pero al sol cruel del Mediterráneo. En invierno son tuiteros desaforados que rebasan a Rufián por la siniestra y el anonimato; en verano son la ociosa legión de borrokas levantinos bajo las torres góticas de Palma, de Valencia, de Barcelona.
Ahora se trata de espantar al turismo para construir su república feminista sobre tierra quemada. En el futuro, los países catalanes vivirán de la feliz autarquía de una república.cat en buena vecindad con los abertzales y los andalucistas de ahí abajo, que Bódalo tiene mucho que aportar a estas cuestiones libertarias de las naciones peninsulares.
Un spray y un huevo bien apuntados a un autobús de dos plantas son un arma cargada de futuro e independencia. Porque duelen más los huevazos que las palabras, y a democracia y urnitas, y a representatividad y a votos biodegradables no hay quien gane a los cupaires y a su brazo armado; armado de huevos y sprays, obvio.
La lucha callejera en los países catalanes está echada. El 1 de octubre es mera burocracia burguesa. La caraja de Rajoy, turista de sus límites, produce monstruos; con Zapatero fue Carod, con Mariano esta CUP de jovenzuelos. Rajoy saca a Maíllo y ya entendemos la movida patria, la inopia y el CIS. Nación de naciones.
CODA: "Els meus ulls ja no saben/ sinó contemplar dies/ i sols perduts. Com sento/ rodar velles tartanes" (Espriu).