El extravagante grupo conocido como gobierno catalán encarna los estragos de la meritocracia inversa. Desde aquí les insto, con la mejor voluntad, a hallar educación en la consejera de ídem. O al menos vocabulario, o lógica, o sindéresis, ya sea en la lengua que desconoce —la castellana—, ya en la que le da pereza comunicarse, la catalana. Si Tod Browning resucitara en Barcelona, renegaría de su cinta Freaks (La parada de los monstruos, 1932) en pos de la teratología definitiva; un terror venido de la estupidez, que no descansa.
También tenemos al antisemita. Al modo de un vendedor pesado, importuna en las recepciones ajenas esparciendo sus tarjetas del metro: Minister of Foreign Affaires. Ja. El bagaje de este consejero, incompetente en todos los sentidos, se resume en una obsesiva campaña de boicot a Israel, para la que se sirvió de los recursos del Parlamento Europeo, y una novelita inconcebible antes de la gran analfabetización. Si antes sirvió al movimiento BDS (boicot, desinversión y sanciones a todo judío que se mueva), declarado ilegal en varios países europeos, ahora va haciendo el ridículo por los platós de Europa difundiendo la gran mentira de la Cataluña oprimida que debe liberarse de su yugo. La autodeterminación de Cataluña como ex colonia no cuela, así que probarán con la violación masiva de los derechos humanos. Ver sus entrevistas no da menos alipori que ponerse una rueda de prensa de aquella consejera de Educación. ¿Es usted morboso? Gozará con este par.
Del jefe se sabe todo y se publica la mitad. Nadie ignora que la presidencia de este hombre sin estudios (carencia que empieza a parecer un requisito para el cargo), el bachiller Puigdemont, es un regalo envenenado de la CUP al nacionalismo “burgués”. Los antisistema le adoran, o al menos le adoraban hasta el gatillazo de las pantallas. Del mismo modo, los anarquistas que se entregaron al genocidio católico en Cataluña adoraban a Companys. En cuanto a la mitad que no se publica, la operación Garzón, del 92, dejó en su biografía un supuesto “año sabático”. Hasta los gatos quieren zapatos. Ya sacarán el libro cuando no quede una editorial en Barcelona.
El segundo de a bordo es el puta (acepción catalana: astuto). Un a modo de cura italiano que lleva años mintiendo religiosamente, cuatro veces por semana, como un reloj, por todos los pueblos de Cataluña. Canta las falsas cifras de unas balanzas fiscales inventadas y promete el maná separatista a partir de disciplinas que no entiende.