La hipotética casa de Puigdemont en Waterloo (no lo he visto asomado aún desde ningún ventanuco) nos va a dar grandes tardes de gloria ahora que el prusesismo entra en otra frase histórica. Ahora que Felipe se nos ha empezado a vender, otra vez, como prohombre en el periódico del domingo.
Sí. Pienso en la tan cacareada casa de Puigdemont con la cacharrería de última generación para el Skype, para su autoportavocía simbólica, y para los partidos del Gerona en Alta Definición en la oscura tarde del domingo.
Del supuesto chalet de Waterloo se pueden decir cosas, se pueden establecer discusiones apasionadas sobre decoración, buen gusto, sobre vecinos que no lo quieren, sobre jardinería y el billetaje de las amistades que han ramoneado por los verdes prados del prusés y que pueden haber enfoscado Villa Karles para el gozo del exilio.
Según las fotografías del casoplón, sorprende una estética un tanto simplona, como el chalet de Médico de familia, pero con un poco más de césped en la entrada. No hay grandes desmanes al estilo de Gil o de Berlusconi, quizá porque el tiempo nuevo de @KRLES es más de puertas hacia dentro, de reflexión, y unas memorias a lo De Gaulle.
Cierto es que se prometen grandes tardes desde ese cuartel general de Carles, atento a TV3 y al canal flamenco que no entiende; porque el prusesismo, aun muerto, debe estar en misa y repicando y a la espera de que Putin mueva ficha.
Sigo viendo la supuesta casa de Puigdemont, grande y sosa, pero quizá sea la demostración inmobiliaria de que un señor de provincias puede europeizarse mientras colecciona incondicionales y aburridos que le aplauden y brujulean por Bruselas.
La tragedia de @KRLES y la muerte del prusés pueden tener ya un santuario donde la masa crítica de las caretitas puede ir a ver su santón sin tener que parlamentar con un mosso que va hipotenso y en una medio huelga de brazos caídos.
Por lo demás nos queda Artadi, Elsa, la cuota de sonrisas de todo ese descalzaperro con un abrigo presupuestado en unos 1.150 euros con los que yo aguanto un año. Pero claro que Elsa sonríe, y algo nos dice que quizá la hayamos visto batir un récord en Cifras y Letras en otra época y con las mismas gafitas.
En el mensaje del honorapla a Comín, Puigdemont se prometía una larga vida recomponiéndose el honor (sic). Y hasta que cruce el Pirineo tiene tiempo. Sucede que @KRLES se sabe de más en Europa, y nadie ve muy claro que Puigdemont aporte algo a Occidente. Todo muy simbólico, eso sí, hasta el chalet y hasta el segurata/mosso que vela por Puigdemont.