El enroque en el caso Cifuentes -otra extensión del gran caso PP- es un error estratégico de bulto, sabiendo como sabe el partido del gobierno que su resistencia a lo inevitable no hace más que reeditar el absurdo protocolo de caracol seguido con el anterior presidente de Murcia. Está claro que no conocen el control de daños. Allá ellos.
A mí el máster, un MBA de ESADE, me costó una pasta que no tenía y dos años de intenso y absorbente trabajo. Viviendo entonces en Vilassar de Mar, y estando la escuela de negocios en Pedralbes, tenía que levantarme a las cinco y veinte de la mañana porque las clases empezaban a las ocho y La Ronda de Dalt todavía no estaba operativa, o no podía accederse a ella desde la autopista de la costa.
Acabado el largo atasco cotidiano, empezaba una clase de seis horas. Entonces se almorzaba rápido para acometer en grupos de cuatro o cinco el trabajo del día, que a menudo concluía a las once de la noche. Y vuelta a Vilassar. De lunes a viernes, cada día se consagraba a una de las áreas funcionales de la empresa: producción, marketing, recursos humanos, finanzas y sistemas de información. Perderse una clase de seis horas implicaba un retraso en la materia que nadie se podía permitir. Quise cursar los estudios en inglés, una opción arriesgada al principio, pero que presentaba la enorme ventaja de pertenecer a una clase de diez personas, frente a las práctica cincuentena de los otros dos grupos.
Si cuento esto es porque estoy convencido de que solo imaginándolo en carne propia se puede entender lo que estarán sintiendo los alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos que cursan o han cursado un máster de verdad, y que son la inmensa mayoría. Voy al meollo. Imaginemos que un pícaro incluye en su CV un título de MBA por ESADE que no posee. A la que pudiera, le haría saber al listillo que conozco la verdad y le lanzaría la legítima queja, o quizás advertencia, de un ex alumno. Mi grado de indignación sería discreto.
Muy distinta sería mi reacción si me enterara de que ESADE ha regalado a alguien el título que tanto esfuerzo y dinero me ha costado a mí, a mis compañeros y a los millares de jóvenes que han pasado y pasarán por la jesuítica institución. Si llegara a saber que los responsables académicos y administrativos le han dado el MBA a cambio de nada a un político valiéndose de un entramado delictuoso que implica a directores y profesores, a administrativos y autoridades académicas, y que al verse en la picota han falsificado expedientes y actas, me pondría hecho una furia.
Porque eso no sería picaresca. Sería corrupción política sin paliativos, sería apropiación y perversión de una institución civilmente sagrada. No pararía hasta que los corruptos pagaran por sus actos, el falso título fuera retirado, la Universidad higienizada y reparada la lesión en los intereses de decenas de miles de estudiantes.