Como Al Capone, que inundó Chicago de sangre y acabó encarcelado por evasión de impuestos, es probable que el Gobierno del PSOE caiga, si es que cae, por fallas éticas de segundo rango. No dice mucho de nuestra madurez democrática.
Que un presidente que acaba de hacer entrega de 700 millones de euros a una fuerza armada de 17.000 hombres mayoritariamente desleales a la Constitución acabara cayendo por un coloquial “maricón” no dejaría de ser un naufragio. ¡Se empieza acariciándole el lomo a golpistas y se acaba comprando una casa mediante una sociedad instrumental! Si les damos dos meses más, son capaces de pedirse un menú degustación en el ABaC cuando hay gente que pasa hambre en Somalia.
En 2015, Pedro Sánchez llamó “indecente” a Mariano Rajoy. “El presidente tiene que ser una persona decente y usted no lo es” dijo. Es probable que Sánchez creyera estar elevándole el listón ético al PP cuando en realidad estaba señalando, posiblemente sin ser consciente de ello, hasta dónde pensaba saltar él mismo cuando llegara a la presidencia del Gobierno.
Visto que el Gobierno de Pedro Sánchez está mostrando serias dificultades no ya para saltar el listón de la decencia, sino sencillamente para despegar los pies del suelo, parece claro que mejor habría hecho reprochándole a Rajoy su precario dominio del inglés. Al menos en eso habría estado a la altura de las expectativas generadas por él mismo.
Que el Gobierno del doctor Sánchez esté muriendo del mismo mal del que falleció Asia Argento no es casualidad: venderle el alma al demonio del puritanismo en el cruce de carreteras del populismo produce beneficios a corto plazo, pero el Gran Puritano no suele tardar demasiado en cobrarse su precio.
Es lo que le está ocurriendo a Sánchez y es la hoguera en la que acabarán ardiendo las ofendiditas de lo LGBT y del neobeaterío feminista. “Dedícate a escribir de toros, que tienen más futuro” le diría a alguna periodista a la que, a pesar de todo, le tengo cierto aprecio (en realidad, tampoco me haría caso).
A día de hoy, no existe ni un solo español en España capaz de superar el listón moral impuesto por la izquierda. Acabaremos buscando ministros en los monasterios budistas a falta de españoles sin tachas éticas y morales. Ayer, Pedro Duque dio algunas explicaciones perfectamente razonables. Su problema es que su jefe, el doctor Sánchez, puso el listón de su Gobierno un metro por encima de la razón, allí donde las tripas dominan el paisanaje como cabras sobre un risco.
No hace falta un master, ni mucho menos un doctorado, para deducir que si llegas al poder aupado por la demagogia y la mentira, tu destino quedará en manos de aquellos que se nutren de demagogia y mentiras.
Sánchez pasará y algún día, dentro de meses o de años, será sustituido por un Gobierno del PP o de Ciudadanos. No les auguro mejor suerte que la que están sufriendo en estos momentos Delgado o Duque: fue el PSOE el que abrió la puerta al populismo en este país y no va a cerrarla precisamente cuando sus rivales lleguen al poder.
En el horizonte, esa Italia a la que los jefes de Gobierno le duran meses, cuando no semanas. O empezamos a comportarnos todos como adultos o sobre las ruinas del Estado de derecho acabarán reinando aquellos que no tienen problemas con los listones morales porque los utilizan para empalar con ellos a los adversarios mientras se abrazan con terroristas y dictadores. Ya saben de quién les hablo.