Como diría el poeta, "y yo me iré. Y seguirán los pájaros cantando", y en Andalucía seguirá el PSOE hasta los restos, con los médicos y los maestros de escuela yéndose en desbandada a la privada o al destierro. Dicen que lo del adelanto electoral de Susana es técnico, aunque las interpretaciones y la psicología, al respecto que nos ocupa, de poco valen. Más bien entre prostíbulos y el dinero tirado que ha llegado en montones desde Europa, entre una autovía con baches históricos, la A-92, y la maldición atávica de Arenas, Andalucía hace lo que puede como vagón de cola. Tampoco es una novedad, pues el PSOE de Susana es el PSOE que más se parece a España. O al revés.
En Andalucía, la Junta es la rutina y lo inevitable, está y se la tolera como al pedrisco de mayo y como a la sequía. Las elecciones del 2 de diciembre, festividad de San Severo y San Seguro, son la paradiña táctica de la Fontanera del Tardón, que sabe parar, templar, una mijita de chapa y pintura para acondicionar el cortijo, y que las fechas no la vayan a acogotar.
Que no salpique la corrupción es tan fácil como cuadrar las urnas y los días en papel timbrado del Boletín Oficial. Susana compareció con un traje/pantalón y nos dijo que no quería que "su tierra" sufriera la "inestabilidad" del resto de España. La "inestabilidad" es consustancial a Sánchez, y ahí quedó el recado. Va de suyo que si se compara el Congreso con el Parlamento de Andalucía, lo de Sevilla es una cámara escandinava. Dijo también que su comunidad es la que tiene más españoles, lo cual es una evidencia aplastante y la evidencia de que Díaz viene recuperándose del tortazo de las primarias.
Hacer una lectura nacional de lo que ocurra al Sur de Despeñaperros sería acertado si no fuera porque en Andalucía reina ya la indolencia desde antes de que naciera Susana, y porque no sabemos por dónde nos puede salir Pedro Sánchez en su enésima reaparición. Susana vuelve a hacerlo, se ampara en su tierra, su hente, y este Picalagartos que se conoce muy bien a sus clásicos y sabe que la Maquiavelo de Triana tiene un pie en la eternidad y la trinidad sureña: Partido, Junta y Andalucía. Negar esta evidencia ahí abajo fue cosa de Javier Arenas, con tanto desierto que atravesó el pobre.