La fotografía de Sánchez. Retrato de Sánchez con perrito y sin perrito. El agua. El bañador casual y las olas que pasan por el Atlántico. El desenfoque. El CIS de Tezanos y su franca tendencia al disparate. Lo que sabemos y no sabemos del viaje a Castellón. Y que lo único cierto hoy es que el presidente debería descansar, y a fe que lo ha hecho en las Canarias.
Ya mismo se cumplirán dos años de aquel viaje que hice en un autobús de sanchistas: ida y vuelta a Dos Hermanas con parada y cafelito en Ciudad Real. Hizo un día en Sevilla como para echarse novia formal y Pedro Sánchez apareció de entre las aguas de un estanque con cieno y olor a cañerías. Venían de todas partes para ver el paso adelante de Sánchez a las primarias. Antes ya había llorado el hoy presidente en el hombro amigo de Évole, y fue en una cafetería que está por Argüelles y que parece setentera.
Me acuerdo de Santiaga, jubilada que regalaba unas tortas gachas en el autocar; me acuerdo de otros militantes que vociferaban barbaridades contra Susana. Eran entrañables y aquel día de enero creyeron que habían como resucitado a Kennedy y en tierra de María Santísima -entonces Susana y entonces Andalucía-. Los vi felices, aprendiendo La Internacional con una vocación entrañable.
A ellos me gustaría preguntarles ahora por la cumbre con Torra, por Lola Delgado deslenguada a los postres. También si han mejorado sus condiciones objetivas desde que a Pedro Sánchez, gracias a Iván Redondo, lo tenemos hasta en el salón de nuestra casa. Y eso que hablar, habla poco. Y que cuando dice, dice nada.
Pero aquellos militantes con los que me hice mil kilómetros en un día de invierno creían que con Sánchez la izquierda hacía un viaje hacia los principios fundacionales; creerían incluso que ellos, en su condición histórica de militantes, dejarían su huella para la posteridad y que con Sánchez se entraba casi que en la era de Acuario.
He pensado en ese día, y en si aún siguen creyendo que Sánchez fue el elegido por los dioses para no sé qué misión histórica de devolver el fuego a los hombres y la pancarta a los militantes. A día de hoy Sánchez se ha soleado en Canarias, el barómetro cocinado y los astros le son propicios. Y de aquellos simpáticos militantes no he vuelto a saber.
Han pasado dos años de la foto de Dos Hermanas a la foto de Schez en el roqueo canario. España está como ya saben. Y eso es impepinable...