Pedro Sánchez anuncia libro. Una especie de tratado de resiliencia o de que no se va ni con agua caliente. Y así le pongan un ultimátum Puigdemont, Felipe, el Sursum corda o la AiREF.
Que Sánchez no es Azaña ni Castelar va de suyo, pero tiene uno curiosidad por ver qué nos cuenta Sánchez, experto en la pluralidad de fuentes, ecléctico de los pies de páginas y estadista que nunca para por la Moncloa. "Manual de resistencia", lo titula. Con dos narices.
Quizá el libro de Sánchez, unas memorias apresuradas, tenga una confesión de angustia unamuniana. Quizá relate aquel viaje en autobús en que yo lo vi bautizarse a las orillas de un lago artificial -y pútrido- en Dos Hermanas.
El libro saldrá a la luz en una coyuntura editorial marcada por el autobiografismo y la metaficción, aunque la obra la suponemos con un adjunto fotográfico a todo color; un guiño para esas groupies menopáusicas que lo siguieron en el tour "no es no" por la España plural. Llamándolo "manual', no es descartable un epílogo del presidente con curiosidades jugosas y unas nociones básicas de aviación por cuenta ajena.
El Sánchez que se autobiografía es un Sánchez con un presunto pelotón de negros escribientes, y adivinamos la obra acompañada de gráficos y esquemitas para aquellos militantes a los que Dios no llamó por el camino de la comprensión lectora.
Un libro pergeñado en esas noches memorables ante el borrador y las galeradas, con su Begoña insomne, conmovida por cada metáfora y por cada guiño en la trama.
España es un pais donde Sánchez firma libros en Sant Jordi, donde el pequeño Nicolás se vuelve indepe y los prosistas malvivimos en un altillo detrás de la Gran Vía, con mala ventilación y con miedo al mañana. Escribir es llorar, que diría el otro.
La bibliografía previa de Pedro Sánchez augura un texto diplomático, nómada, hasta deslavazado en la gramática. Un libro donde nos habremos de quedar con lo principal de la metafísica sanchista: que con la nada se puede llegar muy alto si uno se lo propone. Porque de qué sirve la sintaxis cuando el conjunto, esto es, Pdr, es ajeno a RAE o a las mínimas normas de la decencia parlamentaria. Pdr es escritor, y eso ya es impepinable.
Los grandes estadistas siempre cultivan las memorias: hasta De Gaulle las culminó en las montañas de Marbella, con su copita de ojén. Pero es que el manual de resistencia de Sánchez puede figurar lo mismo en la sección de Jardinería, en la de Geología o en la de Psicología clínica. Porque Sánchez es un virtuoso de la polimatía.
El libro de Pedro Sánchez será de amena lectura, doble espacio, citas sueltas de Obama y otras autoatribuidas. En el escaparate ya se verá el libro por primavera: como una flor, como un Pepu con encuadernación rústica y papel reciclado.
Sánchez ha acabado por plegarse al cipotudismo encuadernado. Que los dioses lo bendigan y las musas le iluminen.