Después de La democracia sentimental (Página Indómita) y Antropoceno (Taurus), el productivo Manuel Arias Maldonado publica (Fe)Male Gaze. El contrato sexual en el siglo XXI (Nuevos Cuadernos Anagrama), un libro claro y sensato que seguramente será contestado desde el oscurantismo y la insensatez. A su solidez epistémica (con un notable componente empírico) se le opondrá una de las religiones operativas de nuestro tiempo: ese feminismo fundado en la fe ideológica que arrolla a veces como un mamut (¡el mamut feminista!) cuanto se le pone delante. Pero (Fe)Male Gaze, por ser ilustrado, es un libro liberador: tanto para hombres como para mujeres. Por eso es también feminista.
Su tema, para decirlo con mis palabras (¡no siempre académicas!), es el imperativo que hombres y mujeres tenemos de buscarnos las habichuelas sexuales, y las tensiones y conflictos que de ello se derivan; de qué modo los hombres miran a las mujeres y las mujeres a los hombres, y las consecuencias de esas respectivas miradas (la male gaze y la female gaze). Para empezar, cada una supone una intervención en el otro sexo, y en la otra mirada. La relación es dialéctica: hecha de “acordes y desacuerdos”. Si de Ordesa de Manuel Vilas se ha dicho “esta historia te pertenece”, de (Fe)Male Gaze podría decirse “estas reflexiones te pertenecen”, ya que se ocupa de uno de los ejes de toda biografía. El libro es un disparadero de películas personales: con la lectura uno va evocando montones de historias, propias y ajenas.
El libro lo propicia porque, acompañando el elemento analítico del ensayo, el autor incluye multitud de referencias literarias, cinematográficas y de actualidad. Entre estas últimas, parte de los casos de Strauss-Kahn, Weinstein, el movimiento #MeeToo y el contramanifiesto de Catherine Deneuve y Catherine Millet, para ilustrar el momento actual de las relaciones entre hombres y mujeres. Pese a la brevedad del formato, incluye igualmente numerosas voces de estudiosos del tema –en especial de mujeres– que le dan un espléndido aire polifónico, como es habitual en los escritos de Arias Maldonado, de envidiable erudición.
Su recorrido –rápido pero completo– permite que nos hagamos cargo de la complejidad del tema, refractario a reduccionismos. Sin ignorar las dificultades ni garantizar que vayamos a acabar bien, el autor propone “una combinación virtuosa de autoconciencia e ironía; en los hombres tanto como en las mujeres”. El ideal estaría en “respetar a un tiempo la igualdad (moral, jurídica y política) y la diferencia (fenomenológica)”. Se trataría de excluir “toda coerción, pero también todo moralismo”. Quizá entonces, como escribe memorablemente al final, “podamos entendernos mejor sin dejar por ello de enredarnos”.