Que no le gusta al Gobierno valenciano. Que a progres y nacionalistas les desagrada que el Corte Inglés nos pinte, el día del ídem, como una madre 100% abnegada. Que eso sustenta “un modelo de maternidad patriarcal” y que merece abrir un expediente a los grandes almacenes de toda la vida, por si acaso su campaña supone una “infracción de las normas de protección de las personas consumidoras” (antes llamadas consumidores).
Y yo digo, déjennos en paz. Y háganlo de una buena vez. Preocúpense de que madres y padres tengan la oportunidad de tener hijos sin que la economía les mediatice, sin que las sociedad se les vuelva en contra si quieren tener más de dos, ayúdenles a que ser padre o madre no sea una carrera de obstáculos en esta sociedad egoísta en la que todo está en contra, facilítenles que una decisión que beneficia a toda la comunidad no acabe convirtiéndose en un acto heroico y, sobre todo, déjennos que seamos lo que nos dé la gana de ser.
Madres “97% de entrega, 3% de egoísmo y 0% de quejas”. Sí, eso es ser madre y no tiene nada de patriarcal. Una sabe, durante nueve meses en que lleva un hijo/hija (o lo que la progresía quiera) en su vientre, que lo que cruce la línea de salida va a convertirse en una prioridad por encima de una misma. Y que sí, habrá quien no lo sienta así, y que a esa mujer no hay que criminalizarla ni echarle en cara el rostro oscuro de la depresión postparto. Y habrá quien no sienta la llamada de la maternidad, y para quien ser madre no implique nada. Y no, a esa no habrá quien le ponga un pero -o sí- pero más allá de eso, ser madre -como ser padre- es poner a tu hijo por encima de toda consideración, es ser capaz de anteponerlo todo a su felicidad, es arriesgar lo que haga falta para procurar su bienestar y su seguridad y preguntarte, todos los días, si lo estás haciendo suficientemente bien en este oficio para el que nadie te ha preparado, y también si eres responsable, al fin y al cabo, de sus derrotas y de sus fracasos, y así toda la vida, hasta el momento de tu muerte.
Habrá quien no lo vea así. De acuerdo. De hecho, hubo un tiempo muy, pero que muy patriarcal, en el que todo lo anterior hubiese parecido fantasía. Los tiempos de los padres ausentes, por trabajo o por disciplina, aquellos en los que se prefería la educación al amor. Cuando la abnegación, el procurar el bienestar de los hijos se ejercía sin sentimentalismo. Bocas que alimentar, herencia que repartir, manos para trabajar. Pero antes y ahora, la naturaleza -aunque sólo fuera por supervivencia de la especie- creaba un vínculo, lleno de renuncias, que ahora llamamos amor y que la gran mayoría de madres cultivamos -con todas las dudas, los desengaños, incluso el dolor- como el mayor de los privilegios. Porque nos da la gana.
Pero no. Las nuevas censoras, las que hoy ponen en la picota al amor romántico, mañana al reggaetón, pasado San Valentín y el otro la depilación. Esas guardianas de la moral decretan que atribuir abnegación a una madre es un mal ejemplo y tan empeñadas están en educarnos, en salvarnos de nosotras mismas, que se inventan leyes y basándose en ellas denuncian a quien contraviene los sagrados preceptos de su religión multisubvencionada.
Y lo grave no es esa denuncia que puede que no llegue a nada, lo realmente importante es la capilaridad política y social de sus disparatadas propuestas -hasta que ya no nos lo parecen- y la aceptación acrítica de que por estúpido que parezca lo que dicen, si lo hacen en nombre de la mujer, será que tienen razón.
Poco a poco van ganando terreno -sin que en nada nos beneficie realmente a las mujeres-, imbuidas en ese espíritu mesiánico con el que pretenden redimir a la sociedad de sí misma, como si fuésemos menores de edad a los que hay que seguir señalando lo que está bien y lo que está mal. Ciudadanos de segunda que precisamos de guía y relato para no desviarnos de los preceptos de la nueva inquisición.
Y lo peor es que no hay nada delante. Más allá de criticar el uso de fondos públicos en campañas absurdas ¿cuál es el discurso alternativo de la derecha o del centroderecha o de cualquier cosa que no sea izquierda que se contraponga a esta dictadura de género? ¿Qué ofrece ese espectro ideológico en la batalla cultural? ¿El silencio?
Me dirán que lo del Día de la Madre es una anécdota, pero la libertad de expresión no lo es y perderla sin pelear, menos aún.
A los partidos a la derecha del PSOE: Si no tienen ganas de pensar, si les aburre argumentar, háganlo por las próximas elecciones y por todas las que vendrán. España es cada vez más un país sociológicamente de izquierdas y lo es, pura y simplemente por incomparecencia de un mensaje alternativo desde la derecha. Así que, si no hacen nada ¿qué les hace suponer que la mayoría no votará otra cosa que no sea a partidos de izquierda ahora y en el futuro?