Vedlas tan calladas como estatuas de sal, como gárgolas de piedra, como muertas… hipócritas.
No se las ha visto por las calles –por ninguna– portando pancartas, a ritmo de batucada o en silencio, menos aun coreando ese “hermana yo sí te creo” surgido al calor de la sentencia de “la manada”, de la única que al parecer existe para ellas.
Ni rastro de morada indignación, de petición de cuentas, de airada respuesta al mutismo institucional, de escándalo ante su negativa a una comisión de investigación, a asumir responsabilidades, a su opacidad, a su soberbia. Ni una tímida repulsa. Nada.
Pero en Mallorca este 8 de marzo será “más reivindicativo que nunca”. “Ecofeminista y ecologista”. Su lucha.
¿Y las niñas? Las tuteladas por la Administración, las prostituidas. Son menores, son mujeres, son nuestras vecinas, pero de pronto ese mutismo, esa prudencia ¿ya no son nuestras hermanas?
Si esta es vuestra coherencia, estos vuestros mercenarios principios, ¿cómo os atrevéis a convocar marchas, huelgas, a lanzar proclamas? ¿Dónde estabais? ¿Dónde estáis? ¿Pesa más vuestra filiación política que un –siquiera- atisbo de humanidad?
Feministas de Mallorca, de España entera, no salisteis a la calle entonces, no tenéis legitimidad para salir ahora.
No os equivoquéis, la indignación ante vuestro silencio no forma parte del juego político, es verdadera. Comparad vuestras reivindicaciones de lenguaje inclusivo, heteropatriarcado, micromachismo con la tragedia de esas niñas –esta sí, real– que en absoluto os conmueve. ¿De verdad creéis que alguien os puede tomar en serio?
Habéis tenido la oportunidad de mostrar que, equivocadas o no, vuestra lucha es legítima y es auténtica, que vuestro propósito es noble, que lo que os guía, aunque no se comparta, merece un respeto. Ahora no.
Sin haber mirado a la cara a esas niñas habéis decidido que, como para los sindicatos de clase con los obreros, vuestro primer deber no está con las mujeres sino con los políticos, los vuestros, los que os dan de comer, y que para vosotras la ideología está muy por encima no sólo de la compasión sino de la igualdad.
Ya lo hicisteis en Valencia. Dos años, dos, tras haber sido denunciado por una niña de 14 años por abusos sexuales, siguió trabajando el marido de Mónica Oltra –la vicepresidenta del feminista y progresista gobierno de la Comunidad Valenciana– en el centro de menores en el que esos abusos se habían producido. Dos años en los que lo de menos fue la víctima, en los que lo importante fue el silencio.
Tampoco salisteis a la calle entonces, tampoco –con la sentencia en la mano– lo habéis denunciado ahora. El llamado Movimiento Feminista de Mallorca convoca una cadena en los juzgados de Palma "ya que las instituciones judiciales son las más patriarcales”. De ser mínimamente serias, sabrían que precisamente en la carrera judicial es donde hay más mujeres que hombres.
Pero qué importa el dato cuando lo que vale es la intención: las dirigentes de los partidos a los que votan y que gobiernan, señalaron como culpables del escándalo de las niñas prostituidas a la Justicia y a la Policía mientras ellas se lavaban las manos y rehuían el muerto. Las feministas oficiales no se apartan del guion y señalan el mismo lugar.
Pero como la negación de la realidad o es completa, o no es, la dirigente de ese movimiento feminista local nos insta a “no consumir ni comprar durante el 8M para así dar sentido a las reivindicaciones de las mujeres”.
No sé qué pensarán las niñas tuteladas de que las mujeres compren o no el día 8 de marzo. No sé en qué les ayuda, ni a ellas ni a las que puedan venir después. Probablemente cuando crezcan les parezca un cruel y frívolo sarcasmo. Una mano tendida, un rostro avergonzado, una dimisión, una pública disculpa. De sus hermanas. Cualquier cosa menos el peso del silencio.