Y por ende, de la izquierda más o menos fuera de moda.
Desde el inicio de los años noventa del pasado siglo, el centro derecha hegemoniza Madrid, incluso en el peor momento del desastre rajoyista y del subrealismo de “una de las nuestras”, Cifuentes. En 2019, la derecha en su conjunto, ha superado aquí en cientos de miles de votos a la izquierda en las elecciones generales, autonómicas y municipales.
A nadie se le oculta que, en gran medida, el mantenimiento de Madrid en la fase 0 de la vuelta a la normalidad (habría que decir, de la vuelta a la libertad) es una cierta represalia política de Sánchez al gobierno autonómico de centro derecha, pero también al conjunto de la población de la ciudad y de la provincia que padece una reclusión domiciliaria sin parangón con ninguna otra capital europea.
En julio de 1936 la izquierda, que dominaba la ciudad frente a las fuerzas sublevadas del general Franco, exhibió una gran pancarta de “No pasarán. Madrid será la tumba del fascismo”.
El reduccionismo de los rojos y fascistas no reflejaba la realidad. Ni todos los que defendían la República del Frente Popular eran rojos, ni todos los que apoyaron la sublevación el 18 de julio de 1936 eran fascistas. Parafraseando el eslogan republicano, propongo una versión actualizada: “Madrid es la tumba del PSOE” y del resto de la izquierda.
El PSOE creyó que la mayoría absoluta de 1982 y disponer del Ayuntamiento de Madrid y del gobierno de la Comunidad era una patente de corso para el desarrollo de políticas izquierdistas y antiguas (intervencionismo, elevados impuestos, interferencias constantes y negativas en el mercado inmobiliario, incompetencia para reducir los atascos y permitir el desarrollo de accesos, túneles, parkings y autovías) que iban contra la lógica de una ciudad moderna que aspiraba a la solución de graves problemas medioambientales, de crecimiento y movilidad.
La quinta esencia de todas esas políticas obstruccionistas y antiguas de la izquierda en Madrid fue el concejal del Ayuntamiento y después consejero de la Comunidad, Eduardo Mangada. Este arquitecto llegó a declarar que los atascos de accesos a Madrid de la carretera de La Coruña afectaban sólo a yuppies y ricos que podían pasar largas horas atascados, ignorando la enorme cantidad de trabajadores retenidos en autobuses, camionetas y automóviles.
Mangada fue autor de auténticas agresiones medioambientales como la cárcel de Soto del Real en uno de los valles más bellos de la Sierra Norte o el despliegue de vertederos de basuras por el sur de la provincia (cuando lo eficiente y ecológico son las incineradoras). Todo ello con múltiples dificultades para los desarrollos urbanísticos que hacían subir el precio de las viviendas en Madrid por el incremento del valor del escaso suelo disponible en la capital y sus alrededores.
¿Cuál es la razón de este desencuentro de Madrid con la izquierda? Creo que el PSOE no ha entendido Madrid y aplica políticas que quizás sean todavía bienvenidas en algunas otras provincias españolas, pero completamente obsoletas en la capital. En otras palabras: el PSOE permanece anclado en propuestas políticas del siglo XX cuando Madrid es una ciudad del siglo XXI.
El colmo del error socialista es creer que la modernización de su mensaje político es el feminismo supremacista o la emergencia climática, que no son más que palancas del mantenimiento de sus políticas obsoletas igualitarias: intervencionismo, mayores impuestos y subvenciones a su electorado cautivo que han de pagar los productores.
En la presente tensión generada por el Covid-19, Sánchez e Iglesias están viendo la oportunidad de doblegar a una ciudad que no entienden y que en el fondo detestan después de treinta años de dominio del centro derecha, que emerge como la principal oposición a su hegemonía política nacional (ellos dirían, estatal).
La izquierda erró en 1936 con el “No pasarán”; en 2020, o el PSOE se moderniza y entra en el siglo XXI o Madrid seguirá siendo la tumba de la izquierda.