Normalmente, voto siempre y cumplo con mis deberes de buena ciudadana. Y si una vez he tenido la tentación de no votar (una o ninguna), me he sentido moralmente asistida de razones para hacerlo. Ahora, por ejemplo.
Qué quieren que les diga, ahora no toca. Lo que toca es vacunar, cumplir los confinamientos, llevar mascarillas, no hacer el tonto en las discotecas, pagar las multas, respetar las distancias de seguridad y no asistir a fiestas ilegales.
El hecho de que Madrid pareciera días atrás la Revolución francesa no debe llevarnos a imitar a las hordas de gabachos que se ponen ciegos de alcohol en la plaza Mayor una vez establecido el toque de queda.
No es menos cierto que la pasada Semana Santa, el comportamiento ciudadano ha mejorado bastante, si bien se ha detectado algún movimiento de masas en dirección a Marbella siguiendo los pasos de Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, que habían emprendido un viaje a la Costa del Sol sin que la policía de tráfico les diera el alto obligándoles a regresar.
No faltan la media docena de privilegiados que siempre se salen con la suya.
Toda esta retahíla de quejas va dirigida a la señora Isabel Díaz Ayuso, que desde el principio de la pandemia se empeñó en hacer realidad esa especie de proverbio que dice más o menos: dime de qué se trata, que me opongo. Llamado también “el espíritu de la contradicción”
Yo también me opongo. A Isabel Ayuso, digo. Desaparecen Pablo Casado y Ángel Gabilondo. Desaparece Pablo Iglesias, desaparece Íñigo Errejón. El pugilato se produce entre Ayuso y Pedro Sánchez, lo cual convierte el momento en unas elecciones generales.
Así las cosas, yo no juego. Urge vacunarse y no urge votar. Manda la pandemia, y así lo ha hecho saber el director general de la OMS, el etíope Tedros Adnanom, furioso ante la lentitud con que se están produciendo las campañas de vacunación en Europa.
A mí me gustaría hacer campaña para no votar, o para votar en blanco, que tampoco me apetece llevar la contra hasta extremos delirantes. Así que no votaré porque no toca. En esta parte del asunto soy absolutamente negacionista.