No he visto lo de Rociito ni tengo opinión sobre lo de la Superliga.
Tampoco conseguí entender al ministro de Justicia tratando de explicar el rejonazo europeo contra el intento de PSOE y Podemos de controlar (un poco más) el órgano de gobierno de los jueces.
Tanto si se tuvo el propósito de chantajear al PP (presionar, en politiqués) o fue una tentativa real a la manera bolivariana, la reforma legal para rebajar las mayorías exigidas para elegir a los miembros del Consejo General del Poder Judicial no ha gustado en Europa.
Ni a los más de 2.500 jueces que acudieron a la UE por la "violación del Estado de derecho" en España.
Ni a Polonia, vigilante en eso de las diferentes varas de medir.
La cuestión es que la llegada de los fondos de reconstrucción europeos (140.000 millones de euros, 2.642 Plus Ultras) es la bala de plata de un Pedro Sánchez al que las cosas empiezan a torcérsele, dentro y fuera de España.
Cuando toque una nueva llamada a las urnas, los fondos y las vacunas deberían dibujar el escenario perfecto con el que olvidar los más de 100.000 muertos por la pandemia, la ruina y la inoperancia del Gobierno.
Así que no puede ponerlos en riesgo. Particularmente, los primeros. Menos aún, después de anunciarlo ocho o nueve veces, con profusión de visajes y de adjetivos de jerga globalista.
Sobre si se puede permitir una décima que no vaya a la vencida, sólo dependerá de nuestra memoria de pez, en la que tanto confía.
En cuanto a las vacunas, para Sánchez la cosa no es tan grave. Porque sabe que no está solo. La incapacidad para llevar a cabo un proceso de vacunación en condiciones y de tomar decisiones, paralizado por la absoluta falta de criterio, es común al resto de dirigentes europeos.
Y también porque la medalla de la estupidez a la hora de gestionar la compra de vacunas se la llevan los jerarcas de la UE.
Pero aunque eso sea cierto, Sánchez no ignora que más que la verdad, lo importante es la sensación que tiene la gente. Y hoy, si de vacunas hablamos, la sensación de descontrol flota por encima de cualquier dato.
En cuanto al intento de derivar toda la responsabilidad sobre las comunidades autónomas, no acaba de calar por ahora.
Y sí, tenemos memoria de pez. Pero nuestra capacidad de recordar comparte algo con la de los animales. En según qué circunstancias, sólo almacenamos información útil para nuestra supervivencia. La circunstancia actual es una de ellas.
Por eso, para que nada impida la llegada de los fondos europeos a España, cualquier obstáculo que interfiera debe ser eliminado.
La cuestión es cuánto tiempo durarán las buenas intenciones del Gobierno en lo que al control de la Justicia se refiere, y cuánto el propósito de enmienda.
Por si acaso, el comisario de Justicia de la UE se permite un nuevo rejón al Gobierno español. “Retirar la reforma es una buena noticia, pero no suficiente” dice en una entrevista. Y concreta que para cumplir con los estándares europeos, al menos el 50% del órgano de los jueces debe ser elegido por ellos mismos.
PSOE y Podemos defendían el actual sistema antes de iniciar la senda bolivariana. El PP, hubo un tiempo en que no lo hacía. Pero ahora sí lo hace.
No tengo claro con qué criterios se repartirán los fondos, y me temo lo peor. Quizás convenga que la UE nos haga esperar un poco más.