A mi amigo el comunista le preguntaron una vez qué es lo que le gustaba más de Barcelona. Y respondió que la paz social. Nos lo tomamos a risa, y él el primero, como suele pasar con todo lo que dice. Pero yo no había entendido la gracia del chiste hasta ahora. Hasta que he oído a Pedro Sánchez criticar a la oposición diciendo que mientras la derecha está por el insulto y la crispación, ellos están "a la gestión, a los avances sociales y a la paz social".
Yo no entendía el chiste porque creía que paz social era redundante. Y que no era un chiste el celebrar lo pacífica que nos parecía entonces Barcelona, aunque lo hiciese un comunista tan gracioso como mi amigo.
Pero en boca de Pedro Sánchez, que nunca jamás hablaría de seguridad porque para eso ya tiene a las solas y borrachas de Podemos y a los fachas de la oposición, se ve a las claras que la paz social no tiene nada que ver con pasear tranquilo por la calle.
La paz social tiene que ver con andar en silencio. Con seguir avanzando, como dicen todo el rato, en silencio. Con la ausencia de protestas. De contestación social. Para eso sí ha sido útil tener a Podemos en el gobierno y para eso sí ha sido muy útil contar con el apoyo de EH Bildu y ERC.
No lo sabía el candidato Pedro, pero estos pactos con Podemos en el gobierno y con los independentistas en el Parlamento han sido lo único que le ha permitido al presidente Pedro dormir tranquilo hasta ahora, y quién sabe hasta cuándo.
[El Gobierno trasladó a Bildu su malestar por la inclusión de condenados en sus listas del 28-M]
La importancia fundamental de la paz social, la tercera pata de su proyecto, que es siempre la más importante porque es la que permite mantener el taburete en pie, es algo que ya vimos en relación con el proceso y la gestión que de él ha hecho Pedro Sánchez.
La paz social es el resumen de todo lo que Sánchez podía ofrecer a Europa y por ahí, por los pactos y sobornos a los líderes independentistas, es por donde empezó la retórica de la homologación con Europa que tantas buenas tardes y tantas buenas fotos y estatura internacional le han dado a Sánchez.
Paz social en Cataluña, donde han acabado las protestas y algo más. Paz social entre los jóvenes, los funcionarios y los jubilados. La paz social que consiguen sus políticas, financiadas por Europa y por las generaciones futuras y gestionadas, es la palabra, por el gobierno de Sánchez.
En eso consiste, también, su posición y su conveniencia en la polémica de las listas electorales de EH Bildu. Es inútil discutir sobre quién ha cedido ante quien o quién tiene más fuerza y más poder de chantaje y quién menos.
Porque lo fundamental es que hay aquí una confluencia de intereses muy parecida a la que existe con ERC. El PSOE pretende convertir a EH Bildu en la nueva ERC en el País Vasco y en Navarra para tener a un socio más fiable y cautivo de lo que podría ser el PNV con el que intercambiar poderes y prebendas, en Madrid, en Pamplona y en Ajuria Enea.
El PSOE, EH Bildu y ERC tienen intereses compartidos que no consisten, como dicen los fachas, en su empeño en romper España, sino, simplemente, en el de afianzar su poder. El poder del PSOE depende tanto de la gracia europea como de los equilibrios territoriales que hace con el independentismo periférico.
Como demuestran estas polémicas y como demuestra esta legislatura, esta alianza de intereses es muy difícil de romper. De ahí también que nunca como hasta ahora se haya visto a EH Bildu y ERC tan cerca el uno del otro. Nunca habían hecho tanta propaganda de esta afinidad, porque nunca había necesitado tanto ERC aparentar radicalidad y EH Bildu, moderación.
Se encuentran ahora en el centro, en la noche madrileña, como si la izquierda periférica estuviese viviendo ella sola y por todo lo alto esa segunda Transición que nos había prometido a los demás. Pero la inclusión de asesinos condenados en las listas y el escándalo de la oposición desmentía un poco esa tendencia, ese relato y ese ambientazo.
Con sus listas y con su promesa de no jurar el cargo, EH Bildu mata, y perdonen el humor negro, dos pájaros de un tiro. Satisface a los sádicos, porque ahí están, testimoniando lo que ha sido y es todavía "el conflicto político" en Euskadi. Y satisface a los cínicos, porque no jurarán el cargo, testimoniando el giro, la moderación y el triunfo de la democracia y de las vías pacíficas y a Otegi como hombre de paz y futuro lehendakari. Satisfaciéndolos a todos porque ahí estarán, en el País Vasco y en Navarra, gestionando la paz social como la gestiona ERC en Cataluña y Sánchez en Madrid.