Con Vox no se puede gobernar. Ahora es algo evidente, pero no se ha dicho con convicción. Si estaba tan claro para todo el mundo, ¿por qué ha sido el tema ausente de la campaña? El asunto parecía el cornudo en la fiesta: todo el mundo lo sabía y quería comentarlo, pero nadie lo decía. Hay silencios que matan y este ha sido uno de ellos.
¿Error de estrategia? Sin duda, pero no solamente. Lo que hoy se sabe, ¿se sabía ayer? Durante la campaña se ha transmitido la sensación de que no se sabía muy bien qué hacer con Vox. Es como si el PP hubiera pensado que en realidad a la gente le daba más o menos igual porque estaban más preocupados por Pedro Sánchez. Haberse puesto de lado sobre el tema más importante ha sido un grave error.
Ahora ha quedado demostrado por la vía de los hechos que no era así y que con Vox no se puede gobernar. Los periódicos y las redes son prácticamente unánimes. "Con Vox, la derecha nunca llegará al gobierno". Los votantes del PSOE, de EH Bildu, de ERC, del PNV, de Sumar, de Junts o del BNG prefieren a Sánchez antes que a Vox. Y todos esos suman más que el PP. Y siempre será así mientras exista Vox.
Parecía que Sánchez generaba tanta fuerza de persuasión que bastaba nombrarlo para que la izquierda, independentistas y nacionalistas, se fuesen de vacaciones sin votar. Todo el voto por correo iba a ser de derechas también gracias al antisanchismo.
Sánchez era tan malo que podía justificar cualquier cosa, incluso no decir qué se tenía pensado hacer con Vox. Lo mejor era dejar actuar al sanchismo como quien deja que el óxido corroa los pilares del puente. ¿Para qué volarlo, si se caerá solo?
Y ahora que no se ha hundido, y que ya tenemos al elefante dentro de la habitación, todo el mundo dice "es evidente que con Vox la derecha nunca gobernará". Han hecho falta cuatro años y una derrota para caerse del guindo. Para darse cuenta de que ante Vox también hay que decir algo.
No es una cuestión accesoria. Para decidir qué se quiere hacer con Vox hace falta primero saber en qué se está dispuesto a darles la razón y en qué no. Hay que entrar en el fondo de la cuestión. Y ha dado la sensación de que el PP tenía más claro qué hacer con el sanchismo que con Vox.
Por lo pronto, el PP debería abrazar un conservadurismo moderado y darse cuenta de que el liberalismo individualista del Congreso de Valencia tiene una base muy estrecha. Se puede ser amable con el votante de Vox y no ponerlo al otro lado de la trinchera si se tiene la capacidad de hacerse cargo de sus razones. Al mismo tiempo, se puede responder al discurso de Vox contra los extranjeros, el identitarismo nacionalista y la libertad sexual si se tienen buenas razones.
Con Vox no se puede gobernar y se sabía. Actuar como si no se supiese ha sido el gran error estratégico del Partido Popular. Un error que se agrava al hundir su origen en la ausencia de fundamentación. Sigue pareciendo que en realidad no se sabe cómo responder a Vox.