¡Amigos de África!

Conocí Ruanda en la época de los asesinos hutus.

Cubrí las guerras de Angola, Eritrea y Burundi.

Defendí a las víctimas del genocidio de Darfur, a las de las masacres en los montes Nuba, a los cristianos perseguidos en Nigeria y a los activistas que lucharon contra el apartheid en Sudáfrica.

Vladímir Putin junto a los participantes en la cumbre Rusia-África, el pasado 28 de julio en San Petersburgo.

Vladímir Putin junto a los participantes en la cumbre Rusia-África, el pasado 28 de julio en San Petersburgo. Reuters

Me puse al lado del pueblo argelino cuando los grupos islamistas armados mataban sin ton ni son y apoyé las aspiraciones democráticas de la sociedad civil libia.

Como amo la vida por encima de todo, también guardo hermosos recuerdos de una África viva y feliz, una África que he recorrido en diferentes momentos de mi vida, de Abiyán a Dakar; de Lusaka a Nairobi.

Que todo esto sirva para justificar que las líneas que siguen surgen de sentimientos de amistad y de respeto; de la convicción de haber dado voz, siempre que he podido, a vuestras justas luchas.

Pero hay una extraña, lamentable y, a mi juicio, trágica ceguera que se extiende por una parte de vuestro continente —y en particular en la región subsahariana— ante lo que está en juego en la guerra de Ucrania. Una guerra que, sin lugar a duda, constituye el mayor acontecimiento geopolítico: es donde se decide nuestro destino común.

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Estaba en Odesa cuando diecisiete dirigentes africanos llegaron a San Petersburgo para la celebración de la segunda cumbre África-Rusia.

Escuché a uno de ellos, al presidente de Burundi, expresar su preocupación por la "injerencia occidental" y la "iniquidad" de las "sanciones impuestas a Rusia".

Observé al propio Putin, que apenas podía creer la divina sorpresa que le deparaba este cheque en blanco que le extendía a su guerra un representante de lo que Franz Fanon llamaba los condenados de la tierra.

Vi el estupor de la gente de Odesa frente al cinismo de un hombre que, bombardeando su ciudad, había destruido de un plumazo el corredor que transporta quince millones de toneladas de trigo y maíz al año a los países africanos, tanto de manera directa como por medio de Europa. Y que, en cambio, os ofrecía una limosna de "25.000 a 50.000 toneladas" que llegarían, según dijo, "dentro de tres o cuatro meses".

Yo mismo me quedé de piedra al ver que esta mascarada no hacía tambalearse ni un ápice la postura que muchos de los países africanos han mantenido desde la primera votación sobre las sanciones de las Naciones Unidas el pasado 2 de marzo de 2022: en el mejor de los casos, abstención y neutralidad; en el peor, alianza con el régimen ruso asesino.

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Así pues, amigos de África, hoy quiero deciros lo siguiente.

En primer lugar, no hay quien entienda vuestra actitud.

Sí, todos sabemos que dependéis del trigo ruso tanto como del trigo ucraniano.

Pero ¿cómo es posible que no veáis que hay una persona, y solo una, que es responsable del bloqueo que impide exportar ambos productos? ¿Cómo no veis que es el hombre que ha bombardeado los silos de Odesa, que ha roto de forma unilateral el acuerdo sobre cereales de julio de 2022 y, antes de eso, quien inició una guerra sin sentido, la causa de todos estos males?

En segundo lugar, vuestra postura es suicida.

Porque, al poneros vendas en los ojos y al aceptar las mentiras de la propaganda rusa, os aliáis con un hombre que no es vuestro amigo.

¿Hace falta que os repita que, en estos mismos momentos, Rusia está saqueando el oro sudanés, el uranio nigeriano y el algodón burkinés?

¿Hace falta que os recuerde que, en plena crisis del Covid-19, os vendía las sobras de sus vacunas de segunda a precio de oro?

¿Y qué decir de la manera en la que ridiculiza a vuestra juventud cuando invita a los jóvenes del Congreso Nacional Africano de Sudáfrica a "observar" los pseudoreferéndums sobre la anexión de los territorios arrebatados a Ucrania y hace que celebren esas "estupendas y maravillosas votaciones"?

[Putin aborda con Sudáfrica el acuerdo del grano y los preparativos para la cumbre de BRICS]

Y el Grupo Wagner, responsable de asesinatos en masa en la RCA, de innumerables torturas en Malí y, tal vez, del golpe de Estado de Níger contra el Gobierno elegido democráticamente del presidente Bazoum, ¿en nombre de qué lógica macabra puede considerarse a ese grupo el instrumento de un "nuevo orden multipolar" que ayude a África a librarse de las "secuelas del colonialismo"?

No, amigos de África, Rusia no es vuestra amiga.

En aquellos países africanos que la reciben con los brazos abiertos, Rusia está reproduciendo los actos más atroces de los colonizadores franceses, ingleses, belgas y alemanes que ya expulsasteis en su día.

Y su manera de combatir el imperialismo de antaño —bien pertrechados de retórica antioccidental— no es más que una burda distracción con la que no os podéis dejar engañar, porque no tiene otro efecto que camuflar el verdadero imperialismo que practica hoy.

Por último, amigos de África, añadiría que esta ceguera es indigna de vosotros y de vuestra historia.

[El Grupo Wagner ya presiona en África para crear una "confederación" de países antioccidentales]

No podéis haber librado tantas guerras de liberación y dar la espalda a un país, Ucrania, que sigue el mismo ejemplo y se sacude de sus cadenas.

Que la memoria de vuestros ilustres pioneros os inspire.

Que los espíritus de los padres fundadores de vuestras naciones libres os recuerden vuestra propia memoria.

Senghor, Houphouët-Boigny y Louis Rwagasore no habrían pisado San Petersburgo mientras los rusos bombardeaban Odesa.

Sekou Touré y Julius Nyererere no se habrían dejado humillar por un dirigente ruso que resucitaba las peores prácticas coloniales en su propio beneficio.

La África de hoy ya no es ni la "África fantasma" ni la "África ambigua".

Es el continente del futuro y tiene responsabilidades históricas en el panorama mundial.

Su lugar está al lado de los ucranianos.