El Getafe CF puede tener a Bordalás en el banquillo, a Greenwood en la mediapunta y a Damián en el lateral, pero parece ser que ya no puede tener a Alfonso Pérez en el nombre del estadio. Porque todo tiene un límite.
No vale, por ejemplo, con haber sido, según dicen, una leyenda de la ciudad. Y no vale, de hecho, con ser futbolista, porque ya me dirán ustedes cómo va a transmitir valores como la igualdad gente empeñada en ser mejor que sus rivales.
Para transmitir estos altísimos valores deportivos, de hecho, ser deportista es lo peor. Mucho mejor, y más que suficiente, es en cambio ser concejal del Ayuntamiento de Getafe, donde uno puede, entre desayuno y almuerzo, salvar al futbol, o al menos al Geta, de la terrible crisis de valores en la que está sumido.
En casos tan graves como estos, entrar a valorar las declaraciones es perder el tiempo.
Primero, porque son declaraciones de un futbolista, y a un futbolista no hay que preguntarle, y mucho menos escucharle. Ni siquiera sobre fútbol.
Segundo, porque no hay ya nadie en nuestro país, ni siquiera Rubiales, que pueda hacer una declaración mínimamente polémica que merezca detallados análisis. En nuestro país toda polémica es sólo una oportunidad para que algún concejal o su community manager puedan lucirse un rato exhibiendo el enorme tamaño de su virtud. Y por eso uno puede dar siempre por seguro que el castigo aplicado excede al delito.
No es necesario mayor comentario, porque todo el mundo entiende enseguida que el motivo es el machismo. Y que contra el machismo vale todo. Es ya lo único serio, y todo lo demás es chiste. Como eso de ir a Manchester a ponerle a Guardiola una rojigualda en los morros. O como fingir que estas han sido declaraciones polémicas que obligan a cualquier politicastro de tres al cuatro a intervenir.
Lo único que justifica leer y constatar que lo que dijo Alfonso no es para tanto porque no es para nada, es ver cómo va desplazándose la línea roja de la cancelación en nuestro país.
Lo impresionante de estas "polémicas declaraciones" es justamente lo poco polémicas que fueron en un ambientazo como el que tenemos. Y por eso son especialmente útiles para ver hasta qué ridículo punto están estos justicieros de empeñados en que todo esté siempre al servicio de sus más tristes y miserables politiquerías.
Y para constatar, aunque ya sin el horror que estos debería causarnos, que lo que se pide ahora ya no es que no se cuestionen sus valores, sino que se den muestras públicas, claras y transparentes, de una absoluta adhesión. Porque esto es lo que se le está pidiendo a Alfonso Pérez cuando se le castiga por dar su opinión "en lugar de" hacer lo que toca, que es "ensalzar aspectos tan importantes en el deporte como la superación, el esfuerzo o la igualdad".
Son totalitarios hasta el punto del ridículo. Coronado con un broche final cuando estos progresistas empeñados en parecerlo más que nadie le recuerdan al club que en lugar del nombre de un machista, podrían poner el de alguna multinacional que les dé pasta de verdad, como hacen los clubes serios.
En el fondo, les están haciendo un favor. Y con ellos, a todos los demás.
Hasta yo creo que el Getafe, sus aficionados y las leyendas deportivas merecen un poquito más de respeto. O, al menos, un poquito más de porfavó.