Cuando tu ideología ya no te sirva para juzgar los hechos, no abandones los hechos, abandona tu ideología.
Deja a un lado tus viejas banderas, los zares ya cayeron y EEUU se retiró de Vietnam. El muro de Berlín es un souvenir y el este y el oeste se dieron la mano. Deja tus banderas, cuélgalas de la pared como un póster de Bo Derek, y mira con franqueza lo que te cuentan, porque es verdad. No eres más listo que los que te informan, tus servicios de inteligencia no pueden ser los libros apolillados de Marx y el Che, y tu informador sobre el terreno no debería ser Monedero. Sé que ibas a la Puerta del Sol como quien va a una fiesta con los antiguos camaradas, pero ni es Nochevieja ni son las fiestas del PC. No hay nada que celebrar.
No todo lo que te lleva la contraria es "extrema derecha". Son los hechos los que te contrarían y tu ideología ha vuelto muy pequeño el mundo que te rodea. No son fake news. Son hechos. Son una niña descoyuntada, una familia asesinada, 260 jóvenes masacrados, un pantalón manchado de sangre y dos bebes huérfanos. No lo puedes afirmar con la sencillez del que ve lo que tiene delante porque tu ideología de naftalina no te lo permite. ¡Qué mal se vive sin certezas, aunque sean falsas!
No juzgues la historia, juzga los hechos. Si para valorar la violación de una joven empiezas tu artículo remontándote a 1947, seguramente te equivoques. Si para ponderar una invasión empiezas hablando de Catalina "la Grande", seguro que te pierdes en un camino demasiado largo. Para hablar de justicia es necesario apearse del tribunal de la historia y mezclarse con los hechos. No es fácil para marxistas y para teólogos reaccionarios, acostumbrados a ser los dueños del sentido de la historia. Pero es que a nosotros no nos toca juzgar la historia, nos toca comprometernos con los hechos concretos que tienen el rostro de la persona que sufre.
Tu cara es mezcla de ganas de fiesta y contrariedad por haberte colado en una boda. No sabes si celebras o lamentas, pero vas disfrazada con la dignidad de tu causa histórica. Aún no te has enterado de que te has puesto del lado de los terroristas, aunque fueses a celebrar la libertad de los oprimidos. Qué pena que la entrevista no te la hiciese un palestino gobernado por Hamás. Alguien que te explicase que de lo que deberíamos liberar a los palestinos es del Estado Islámico. Que los que los oprimen no son las fuerzas imperiales de Occidente, sino el cáncer yihadista que les ha alejado de Dios, de su pueblo y de la libertad.
¿Quién os iba a decir que los que corríais delante de los de gris ahora celebráis el terrorismo opresor de una tiranía teocrática? ¡Qué viejas se os han quedado las banderas! Os alimentan más vuestras batallitas de juventud que la libertad de los que sufren. Nostálgicos de vuestra gloria juvenil, salid y mirad el mundo de hoy. Las cosas han cambiado y los viejos ejes de la guerra fría ya no funcionan. Habéis caído al otro lado del muro y todavía no os habéis dado cuenta. Ejercéis una compasión selectiva, como el rico de la chistera que tanto odiabais, y repartís conmiseración como migajas a quien os da la gana.
Para vosotros no todas las violadas son iguales, hay corrupciones que se justifican, y terroristas buenos y malos. El Che era un santo secular y Pinochet un demonio, y ahora Putin y Hamás son justificables por vuestras causas antiimperialistas. ¿Cuánto vais a tardar en poneros del lado de los débiles y de las víctimas?
Dejad vuestras banderas, son trapos viejos, y poneos del lado de la justicia. Es muy fácil saber dónde esta: siempre con la víctima.