Jueves, 9 de noviembre de 2023. Día feriado y soleado en Madrid. Son las 13:30 horas de la tarde y un individuo con un casco de moto acaba de disparar a quemarropa al expolítico del PP y de Vox Alejo Vidal-Quadras.
El intento de asesinato se produce en pleno corazón de la capital de España, a menos de dos kilómetros del Congreso, donde apenas unos minutos antes Pedro Sánchez ha sido investido presidente del Gobierno gracias al apoyo de todos los partidos que están contra la Constitución, exceptuando a Vox.
Antes de que se supiera que el presunto cabecilla de la trama vivía en un pueblo remoto al sur de Granada; antes de que se conociese que el supuesto ejecutor era un sicario franco-tunecino; antes de que Vidal-Quadras recuperara la consciencia; antes de que la bala hubiera salido de la parabellum 9 mm…
…incluso antes de que el presunto ejecutor del atentado, Mehrez Ayari, hubiese salido del vientre de su madre (37 años ha), ya había algunos muy cafeteros escribiendo en foros, comentarios y redes sociales "¡guerra civil!", "¡Calvo Sotelo!", "¡los rojos!".
Yo creo, y disculpen la caricatura, que cuando el político catalán despertó y habló del régimen iraní, desmontando sus teorías apocalípticas, esos energúmenos pensaron que para eso mejor se hubiera muerto. Así tendrían su mártir y su casus belli.
Ellos querían un Mateo Morral con cuenta en X, del Barça y carné del PSOE. Pero la realidad les aguó la guerra. Otra vez la gorra de alférez (servicio militar en Cerro Muriano, verano de 1984) al cajón.
Semanas después, cuando una rigurosa investigación policial, acompañada paralelamente de la periodística, ha tirado del hilo hasta dar con el supuesto urdidor de la trama (un chaval granadino de 26 años criado en una comunidad jipi de Las Alpujarras, pero sin carné del PSOE), muchos de estos radicales de los foros han recogido cable y se han tapado sus vergüenzas.
Pero otros, acogidos a lo estrambótico y lo rocambolesco del relato (ya saben, un padre adoptivo judío, una hagiografía de Bibi Netanyahu, una súbita conversión chií, una comuna, una novia inglesa rica), y por más detalles que hayan ofrecido medios como EL ESPAÑOL, siguen emperrados en que detrás está el PSOE.
Esto es de primero de taller de literatura. ¿Acaso no saben que la ficción tiene que ser verosímil, pero que, en cambio, la realidad suele ser inverosímil y poliédrica?
Y este es un ejemplo más (como en el caso de las vacunas) de un problema que siempre ha acusado parte de la izquierda, pero que ahora también padece un sector de la derecha, estrechamente vinculado a Vox: renegar del empirismo, de la ciencia, del buen periodismo, para abrazar la conspiranoia, la homeopatía, el chamanismo y los tabloides.
O sea, entregarse a la secta. Cambiar la razón por la fe. Pero en este caso no en Dios, aunque rime. Sino en Vox, un sustitutivo.
Estos círculos de creencias alternativas tienen muy sobreestimado al PSOE. Se piensan que es la United Fruit (El Pulpo) o la Cosa Nostra, y Sánchez su Totò Riina.
Pero volviendo a Vidal-Quadras.
¿Qué interés puede tener el PSOE o la izquierda en un político de segunda fila y retirado? Si fuera Ayuso, todavía. Pero es que es como si un defensa leñero juega contra el Madrid y en vez de ir a cazar a Vinicius con los tacos por delante, al que arrolla es a Chendo, con el resultado de sacarle las gafas y despeinarle el tupé.
Todavía Irán. Aunque lo chusco y chocarrero del modus operandi, tal y como apuntan las investigaciones, invita a pensar en el non plus ultra: un chiita que, bajo la fe del converso, quería hacerse el meritorio con los ayatolás.
Un tolai, vaya.
En fin, ya que para este artículo he estado leyendo comentarios de lectores de aquí, de allá y de más allá. Me quedo con el de un tal Carlos Andrés Ruiz, al hilo del reportaje sobre la vida del cabecilla Naraya Gómez, que se vale de un solo párrafo para resumir lo que a mí me cuesta diecisiete:
"Cada vez más preguntas sin respuesta. Una sí. Que los radicales de los foros que soltaron soflamas y mentiras a la hora del fatal suceso, volvieron a hacer de las suyas dejando su impronta apocalíptica habitual".
Amén.