Lo que más me fastidia del presunto fichaje de David Broncano y compañía por Televisión Española es que me alteren la siesta, ya que acostumbro a dormirla en el sofá con La resistencia de fondo. Suelo caer grogui antes de que le pregunten por el dinero y por el sexo al invitado de turno, por lo que no sé, ni me importa, si Bertín Osborne tiene más patrimonio que yo o si Ester Expósito practica petting, cruising o yogging.
No me pongo precisamente el programa de Movistar porque me aburra. Al revés, para coger el sueño necesito algo que me entretenga para que me vaya amodorrando y sacando de mis pensamientos obsesivos, y así relajarme hasta caer rendido. Cosa que sólo consiguen El Tour de Francia en verano y Broncano, Grison y Ponce durante el resto del año.
Y a un andaluz, como el que escribe, le puedes tocar las palmas, el timbre de madrugada o los cajones. Pero, ay, no le toques la siesta, que son sus fueros.
Pasa, además, que a mí me gustan pocas cosas, como en el poema de Manolo Alcántara. Y una de ellas es el humor surrealista y cutre de La resistencia, aparte de los conciertos de los Lori Meyers, las novelas de Roberto Bolaño y las de Javier Marías, los pechos de Sidney Sweeney, el Granada C.F., las columnas de Montano y las de Charo Lagares, ponerme ciego a cerveza en el Mercado de Cádiz, una etapa de montaña y pare usted de contar.
Por tanto, si me tocan algo que me gusta, como son tan poquitas cosas, pues me enfado, claro. Como al niño que le quitan sus juguetes.
Pero mucho más infantil aún es cabrearse apelando a que a Broncano se le va a pagar una millonada con dinero público para ponerlo al servicio del Gobierno, como el bufón de la corte real: me parece un argumento de primero de demagogia.
No, ese dinero que va a engordar aún más la cuenta corriente del jaenero no iba a ir destinado a la investigación contra el cáncer ni a suplementar las pensiones no contributivas ni siquiera a implementar estudios de la afección del cambio climático en el ecosistema de las hembras de lince ibérico.
No. Para eso están las partidas. Iría, en caso de resistirse Broncano, al bolsillo del Nicolasito Pertusato de turno. Y antes de que se lo lleve calentito Inés Hernand, Bob Pop o cualquiera de esta "gente de placer" de la corte de Pedro Sánchez, prefiero, como mal menor, que se lo embolse el "pachacho": que es simpático, gracioso y tiene mucho talento.
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Recuerdo, al hilo del tema, que propuse escribir una inocentada el pasado 28 de diciembre en la sección de tele de un periódico en el que colaboro que consistiera en dar la falsa noticia de que La resistencia pasaría a llamarse La resiliencia a partir de 2024 por petición gubernamental.
Meses después, la broma está a punto de hacerse realidad. Porque Sánchez no quiere hacer otra cosa con Broncano y compañía que lo de que dijo McNamara de Hoover: "Es mejor tener al indio dentro de la tienda meando hacia afuera que tenerlo fuera meando hacia dentro".
[Eso mismo pensarán los hermanos de El Cachorro: hubiera sido mejor acoger a los hinchas del Athletic en el interior de la Basílica].
De hecho, ya aprovecharon e incluso rentabilizaron en campaña de las pasadas elecciones generales lo de 'perro Sanxe'. Algo que, si no inventó, al menos popularizó Broncano en La resistencia.
Ya saben, como en aquel arte marcial: aprovechar la fuerza empleada contra ti en tu favor. O sea, resiliencia, que dicen los cursis y repite el Gobierno.
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También recordé, tirando aún más del hilo, que hace unos cuantos años escribí de La resistencia en mi blog personal, alabando su forma de hacer un humor fresco, diferente y natural. Una fábrica de risas cuyo elemento fundamental en su elaboración se me escapaba, y se me escapa, de aprehenderlo en uno de los 174.559 adjetivos que recoge la RAE.
En dicho artículo citaba a Bertrand Rusell, que comparaba al humorista con el cartero: "Hay determinadas profesiones a las que tácitamente se les concede el bulo o el privilegio de poder realizar ciertas acciones que serían reprobadas en cualquier otro ciudadano. Es el caso del cartero, quien puede llamar a todos los telefonillos de los portales sin reprimenda o castigo a alguno".
Yo quiero confiar en la irreverencia (en la poca vergüenza) de Broncano, que revierta la máxima de McNamara y le toque los cajones (aquel instrumento que se trajo Paco de Lucía del Perú) a Su Presidencia. Él es el canario, y ya vuela hacia el interior de la mina. Suerte, muchacho.
Postdata: hazme un Bizum.