El presidente Joe Biden debería aprender del resultado electoral del 2 de junio en México y centrar su campaña presidencial en temas económicos, en lugar de insistir en los temores (por muy justificados que sean) de que una victoria de Donald Trump convierta a Estados Unidos en una autocracia.
Si Biden va por ese camino, estará frito.
"La cuestión más urgente de estos tiempos es si la democracia seguirá siendo la causa sagrada de Estados Unidos", dijo Biden recientemente en un acto de campaña en Pensilvania. "De eso se van a tratar las elecciones de 2024".
Pero la preservación de la democracia no fue un tema prioritario para los votantes mexicanos, y es posible que tampoco lo sea para los estadounidenses.
En México, la oposición centró buena parte de su campaña en afirmar que la propuesta del presidente populista Andrés Manuel López Obrador de cambiar la Constitución y quitarle poderes a instituciones autónomas terminaría con la democracia en el país. La presidenta electa Claudia Sheinbaum, la candidata de López Obrador, respaldó los cambios constitucionales propuestos por el presidente.
Sin embargo, a pesar de las advertencias de la oposición de que una victoria del partido gobernante convertiría al país en un régimen autoritario, Sheinbaum ganó por una abrumadora mayoría del 59% de los votos, contra un 27% de su rival más cercana. El margen de victoria de Sheinbaum fue mucho mayor del que habían previsto las encuestas.
Para la mayoría de los votantes mexicanos, los aumentos del salario mínimo y los subsidios sociales masivos de López Obrador resultaron ser mucho más importantes que cuestiones abstractas como la democracia.
Los votantes estadounidenses tal vez no sean diferentes. Cuando en una encuesta reciente del Pew Research Center se les preguntó sobre sus principales prioridades, citaron el crecimiento económico, el terrorismo, el crimen y la inmigración. Preservar la democracia no figuró entre sus veinte principales preocupaciones.
Una encuesta de Gallup encontró que solo el 28% de los estadounidenses están satisfechos con el funcionamiento de la democracia, un mínimo histórico en tiempos recientes.
Eso ayuda a explicar por qué a tantos estadounidenses no parece importarles el hecho de que Trump haya tratado de fraguar los resultados de las elecciones que perdió en el 2020, o que esté elogiando a los manifestantes violentos que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, causando cinco muertes, o que el expresidente recientemente fuera declarado culpable de 34 delitos criminales.
Biden debería basar su campaña para las elecciones de noviembre en algunos de sus logros económicos, además de otros temas como el aborto, la venta de armas de alto calibre y el cambio climático, en los que sus posturas coinciden con la de la mayoría de los estadounidenses.
La economía estadounidense está relativamente bien, y el país está creciendo más rápido que la mayoría de las naciones del mundo industrializado. Esta semana, el Banco Mundial mejoró su pronóstico de crecimiento económico de Estados Unidos para este año al 2,5%, muy por encima del 1,6% que había vaticinado en enero.
La bolsa de valores de Wall Street alcanzó niveles récord hace unas semanas y el desempleo está cerca de su nivel más bajo en cinco décadas.
Aunque la inflación no ha caído a niveles deseables, está bajando. Además, Biden puede alardear de su ley de infraestructura de 2021 para mejorar las carreteras, puentes y servicios de internet obsoletos. Es el mayor programa de obras públicas en décadas, y después de dos años dio como resultado 40.000 proyectos lanzados en todo el país, según informó la agencia de noticias Reuters.
Biden también acaba de recibir buenas noticias en materia de la lucha contra la delincuencia. Nuevos datos del FBI publicados el lunes muestran que los homicidios disminuyeron un 26,4%; las violaciones, un 25,7%; y los robos, un 17,8% en los primeros tres meses de este año, en comparación con el mismo período del año pasado.
La tasa de homicidios había caído casi un 13% el año pasado, en comparación con el 2022, según el FBI.
En pocas palabras, Biden debería evitar repetir los errores de la oposición mexicana. Los temores de que Trump destruya la democracia estadounidense son justificados, pero por sí solos difícilmente harán que Biden gane las elecciones.