Todos sabemos que "lo de Biden" quiere decir que el presidente de los Estados Unidos no parece estar cognitivamente capacitado para el puesto que ocupa. 

"Lo de Biden" quedó patente y claro en el debate con Donald Trump. Lo vimos todos y lo vieron los analistas que ahora dicen que, por el bien del Partido Demócrata, Biden debería de retirarse de la carrera electoral. 

Antes, Biden tenía que estar para oponerse a Trump, y ahora tiene que irse para que no gane Trump. Esa es la gran vergüenza real de "lo de Biden". Que la salud y la dignidad de una persona se estén midiendo en términos de rédito electoral. 

Joe Biden este miércoles en la entrega póstuma de la Medalla de Honor a descendientes de soldados de la Unión.

Joe Biden este miércoles en la entrega póstuma de la Medalla de Honor a descendientes de soldados de la Unión. Reuters

Dicen que el presidente Biden ha rechazado hacer una especie de test psicotécnico que pasan todos los años los mandatarios de Estados Unidos para acreditar su capacidad cognitiva. 

Llegados a este punto, a mí me interesa más bien poco si Biden es capaz de unir una línea de puntos o de recitar de memoria una frase con rimas

El psicotécnico se lo merecen muchas otras personas. Su equipo, que no deja de asegurar una y otra vez que Biden está en perfecto estado. Su esposa Jill, que le felicita después del debate como se celebraría a un niño que va al baño por primera vez. Y Obama, Kamala Harris, los Clinton y todos los que han salido a defender la reelección de un hombre que, claramente, no tiene que estar en la Casa Blanca. 

Todo en el nombre de "¿es que no veis que Trump es una amenaza para la democracia?".

Más amenaza hay en la cantidad de gente implicada en "lo de Biden". En sacrificar la dignidad de una persona de 82 años por intereses partidistas.

¿Cuántas de las personas que siguen apostando por el presidente de los Estados Unidos lo habrán visto confundido, desorientado y sufriendo, y aun así han decidido que merece la pena subirlo a la palestra? 

'Como mueren las democracias'.

'Como mueren las democracias'.

En Cómo mueren las democracias, Daniel Ziblatt y Steven Levitsky hacen una excelente descripción y advertencia de lo que ocurre cuando los partidos son incapaces de evitar que candidatos tóxicos se hagan con el liderazgo. La democracia empieza así a morir lentamente en manos de candidatos electos que ponen los intereses personales por encima del bien común. La verdad, las instituciones y las libertades básicas son víctimas colaterales sacrificadas en el altar del poder.

Eso es Trump, por ejemplo. O Pedro Sánchez.

Pero quizá "lo de Biden" podría ser una segunda parte de ese libro. "Lo de Biden" es lo que ocurre cuando los partidos se muestran incapaces de evitar la perpetuación de un error sólo para no dar baza al contrario.

Ahora que "lo de Biden" es más que evidente para todos, sus partidarios niegan la realidad. Dicen que los votantes no han visto lo que han visto, que la culpa es de los medios, y que toda crítica es un balón de oxígeno que se regala al contrario.

Un momento, un momento, ¿esto no iba de acabar con el trumpismo? 

Por eso, "lo de Biden" es también erosionar la democracia. "Lo de Biden" es convertir a los políticos en cáscaras vacías detrás de las que escondernos para atizar al rival. "Lo de Biden" convierte el "que no gane el otro" en el único fin político legítimo. "Lo de Biden" permite que los partidos ya no tengan que presentar un proyecto de país ordenado al bien común, sino una estrategia de destruir la flota en la que no importa que todas las naves ardan con tal de que las del enemigo se hundan primero. 

"Lo de Biden" es aterrador porque revela que los partidos han asumido que política y humanidad no pueden ir de la mano.

Algo que es radicalmente falso porque que el presidente se retire de su cargo es, ante todo, una cuestión de humanidad. Pero también sería lo mejor para el país. Y esto sí es política.

Si abdicamos esa idea, acabamos con escenarios como el de Brighton, en Reino Unido, en el que se presenta por primera vez un candidato diseñado por inteligencia artificial cuyo mayor atractivo es que puede escuchar al votante 24/7 y tener 10.000 conversaciones a la vez.

¿Es eso lo que queremos de un político? ¿Que sea una cámara de eco de nuestras filias y fobias? ¿Que sea un algoritmo que dé con la mejor táctica para hundir la flota del rival lo antes posible? "Lo de Biden" le dice a la gente que sí, que eso es lo que la política tiene para ofrecer. 

Si permitimos que eso siga ocurriendo, la inteligencia artificial en política no tomará nada por la fuerza. Ocupará un espacio que no le pertenece, pero que nosotros hemos dejado vacío.