Algo debía sospechar el algoritmo. Porque empezaron a asaltarme en Instagram inmobiliarias de lujo que ofrecen viviendas en mi ciudad, sí, pero de las que a día de hoy no soy un aspirante verosímil ni para el felpudo de la entrada. 

Mujeres y hombres sonrientes, despreocupados, con capacidad para hablar mucho en el margen temporal comprimido que permite el vídeo con propósito viral. Explican las bondades de sus moradas con ligereza admirable. Ésta no sólo no se quiebra, sino que se refuerza, cuando llega el momento de anunciar el precio. Hasta puede apreciarse el ensanchamiento milimétrico de las sonrisas cuando verbalizan la cantidad, rara vez por debajo del millón de euros, que importa cada pieza del catálogo. Alguno de los vídeos añade, jocoso, el efecto sonoro de una caja registradora. 

Uno de los agentes inmobiliarios de Diza Consultores.

Uno de los agentes inmobiliarios de Diza Consultores. YouTube / Diza Consultores

Reconozco haberme convertido en un adicto. Cuando caigo en sus redes pierdo la noción del tiempo enlazando un clip con otro. Podrán imaginar que, así las cosas, he desarrollado predilecciones. 

Quizá les suene Guillermo Revilla, de Diza Consultores. Alcanzó la viralidad cuando ofrecía un ático en Príncipe de Vergara de 160 metros cuadrados por 1.290.000 euros  -con una "cocina enorme perfecta para dar apoyo a fiestas y barbacoas"- como posible regalo parental de cumpleaños. (Sigue a la venta, por cierto).

Es muy bueno. Pero mi preferido es Juan Travesedo, de Juvilma Inmobiliaria. Qué personaje tan conseguido. 

Menos atildado que el promedio de sus colegas más jóvenes, Travesedo cultiva una imagen sincorbatista que, acompañada de su tono de voz, invita a colegir no pocas horas de vuelo en la vida nocturna. Su dicción, diríase que pija en reeducación, termina de dibujar el cuadro del canallita de la familia que, por fin, ha encontrado la realización laboral plena. 

Han sido tantos vídeos que ya les hemos pillado las muletillas. "Como podéis observar", repite frecuentemente Travesedo. Revilla apela a los "disfrutones" cuando subraya que el piso en cuestión dispone de vinoteca o barbacoa. No sé qué narices es una "gastroteca", que aparece citada como "amenity" al mismo nivel que el gimnasio o la piscina. Pero ya he aprendido que los dormitorios –baño en suite, por favor- constituyen la "zona de noche" de una vivienda, de igual modo que el conjunto de los salones representa su "área social". 

Leo que a esto se le llama "porno inmobiliario". No vamos a descubrir a estas alturas el concepto "aspiracional", del que han vivido muchas revistas especializadas antes del hundimiento del papel.

Resulta difícil de comprender qué ganan estas empresas anunciándose mediante vías demasiado concurridas para lo reducido del nicho de clientes potenciales. Pero, según declararon sus propios responsables a Invertia, las redes han servido de vía de entrada a muchos compradores. 

Es sabido que la realidad del mercado inmobiliario es otra. Singularmente en Madrid. El alquiler sube más que la inflación y la venta está en máximos históricos. De ahí que ya hayan empezado a asomar la cabeza perfiles que realizan comparativas.

Por el mismo dinero que cuesta un piso en el Barrio de Salamanca, se puede adquirir una villa de cinco hectáreas en Lombardía. 

Todo es un disparate. Pero ahí seguimos sin despegar la mirada de la pantalla. Recorriendo estancias con estos prescriptores de brazos batientes y apostillas triviales. 

No hay drama que no se reduzca con una sonrisa.