Cuando el CEO de Facebook, hoy Meta, Mark Zuckerberg, acuñó aquella frase tan terriblemente posmoderna de "Muévete rápido y rompe cosas; si no las rompes, no estás moviéndote lo suficientemente rápido", debimos verlas venir.
No las vimos y se nos rompieron, entre otras cosas, la salud mental de nuestros adolescentes, el derecho a la privacidad y la capacidad de atención. Resulta que las cosas que había que romper a toda velocidad eran las personas.
Ahora parece que las tornas han cambiado y que es al visionario Zuckerberg al que le estallan en las manos las cosas antes de soltarlas.
El último fracaso de Meta ha sido sus chatbots de famosos. Una idea que supongo que algún grupo de asesores de Silicon Valley consideró visionaria en su momento y que consistía en crear avatares artificiales de famosos con los que la gente pudiera hablar.
Eran chats que te conectaban con una inteligencia artificial con apariencia de Kendall Jenner, Snoop Dogg o Charli D’Amelio. Habría de por medio, creo yo, unos contratos de cesión de derechos de imagen bastante jugosos. Nadie dijo que romper cosas fuera barato.
Lo único que se me ocurre para justificar esta idea distópica es que alguien viera en ello una nueva manera de recopilar datos sensibles de los usuarios. Quizá alguien pensó que la gente podría contarle sus más oscuros secretos a una versión artificial de Kendall Jenner.
En cualquier caso, no ha funcionado. Meta ha cancelado el proyecto menos de un año después de promocionarlo como gran lanzamiento en su evento Connect de 2023. Lo de engancharse a charlar con famosos falsos no ha convencido. Siempre es satisfactorio que el ser humano supere las expectativas de la élite tecnológica.
Por cierto, que la misma decepción se debió llevar Steve Endacott en las pasadas elecciones de Reino Unido. Este empresario había presentado como candidato por Brighton a una inteligencia artificial, Steve AI, que prometía ser la solución eficiente a todos los problemas de los votantes. ¿Qué otro político puede mantener más de 10.000 conversaciones a la vez? Los ciudadanos de Brighton no han querido averiguarlo y Steve AI solo cosechó 179 votos.
Por mucho que las grandes tecnológicas se empeñen en advertirnos (o más bien, amenazarnos) de que la inteligencia artificial nos va a sustituir, los casos de Meta y Steve AI demuestran que la cosa no va a ser tan fácil como parece. Y bien que sea así. Cuando los gurús tecnológicos hablan con cara de preocupación sobre los peligros que entraña la inteligencia artificial, dan ganas de contestar: “Bueno, será si queremos, ¿no?”.
Y, por ahora, parece que no queremos.
Al ser humano no le interesa hablar constantemente con una Kendall Jenner de mentira. La gran mayoría ni siquiera quiere hablar constantemente con una Kendall Jenner de verdad.
Tampoco creo que queramos el nuevo dispositivo que se acaba de lanzar y que, colgado de tu cuello, te escucha las 24 horas y te da conversación. Friend, se llama. Su creador, Avi Schiffmann, dice que es la IA que se convierte en su mejor amigo. Desde luego, lo de que se lleve como una soga a punto de ahorcarte es una metáfora perfecta.
Resulta que la gran mayoría sigue prefiriendo lo humano, lo real y lo tangible. Lo que es imperfecto y te devuelve la mirada y no solo un ‘me gusta’. Lo que no te da conversación a ti, sino que tiene una intimidad propia que compartir. Porque nos completamos con el otro y no es indiferente que ese otro sea o no un humano.
No, al ser humano no le vale cualquier cosa.
A Meta se le rompen cosas porque no comprende eso y cada vez es más evidente que no es esa plataforma que te conoce mejor que nadie. Meta quiere ser un identificador de deseos y un generador de necesidades, pero no puede derrotar al ser humano, a quien ya solo ve como un consumidor adicto.
Como bien explica Aldous Huxley en Un mundo feliz, a la naturaleza humana hay que cercenarla para que no quiera lo que quiere. Y afortunadamente, las grandes tecnológicas no tienen todavía la capacidad de llegar a ese punto.
Que una tecnológica que almacena tantos datos sobre nosotros fracase tan estrepitosamente en saber qué es lo que necesitamos dice mucho sobre la realidad de lo que somos.
Hay algo de lo que es el ser humano que no puede procesarse, que no puede ser encerrado en un fichero de datos, que no puede ser atrapado por un algoritmo. Hay algo del ser humano que la experiencia online jamás podrá aprehender y por eso hay un reducto de nosotros que permanecerá fuera del control de las tecnológicas.
El fracaso de Steve AI y de Kendal Jenner AI son esperanzadores, son un motivo para no confiar del todo en esas profecías autocumplidas del apocalipsis tecnológico que se nos viene. Una razón para darnos un poco más de margen y recordar que somos nosotros los que decimos a las empresas quiénes somos y no al revés.
A lo mejor Meta consigue en algún momento dar con el producto de inteligencia artificial que triunfe entre los consumidores. Ojalá recordemos entonces cuántas cosas ha roto ya por el camino y si de verdad merece que le dediquemos nuestro tiempo y atención. No tenemos nada más valioso.