No he querido saber pero he sabido, por culpa de las dichosas redes sociales, de un vídeo en el que un hombre, que debe estar cercano a la jubilación, vestido con una camiseta de entrenamiento del Atleti y portando una banderita del PSOE, responde a unas preguntas de un youtuber de los que gusta de meter los deditos.

El documento es del cierre de campaña socialista de las elecciones europeas, que tuvo lugar el pasado 7 de junio en Fuenlabrada. Pero por lo que sea se ha viralizado ahora.

El youtuber pregunta al señor si se siente más socialista o del Atlético de Madrid. Dicho de otro modo, si es mejor ser del PSOE o del Atleti. "Las dos cosas", responde el hombre repetidamente, como si tuviera que elegir entre papá y mamá.

Asegura, henchido de orgullo, ser del Partido Socialista y del Atleti desde la cuna. Y, cuestionado por si prefiere una Champions del Atleti o cuatro años más de Pedro Sánchez al frente del gobierno, se lo piensa mucho para acabar optando por Sánchez "por la humanidad" (que es como mudarte al Raval "por la seguridad").

Y justifica su respuesta con el fervor de una tertuliana de la SER. "Porque estamos viendo lo que está pasando en Europa, porque somos tolerantes, porque escuchamos todas las voces de todas las personas, y todas las desgracias de la gente las intentamos paliar como podemos".

Escucho esto, riéndome de pena, pensando en el aliado Puigdemont, en el maquinista Óscar Puente, en la mala maría de Montero, en la mandíbula prieta de Sánchez, en el alcalde de Pamplona, en los ERE, en un Zapatero maduro...

Lo de este señor podría pasar como una anécdota risible de alguien, sin espíritu crítico alguno, que es hincha o fanático de un partido político como lo es de un equipo de fútbol. Pero este votante socialista en España no es anecdótico, sino categórico.

¿Por qué gana las elecciones el PSOE haga lo que haga? Por esta masa acrítica, fanatizada, sectaria, para la que Sánchez, emulando la fanfarronada de Donald Trump, podría salir a la calle Ferraz y disparar a tres personas al azar, y le seguirían votando pese a ello, y encima lo justificarían.

Hay muchos, no se imaginan cuántos, que gritan "viva el PSOE manque'mienta".

Pedro Sánchez junto a su esposa, Begoña Gómez, en un mitin del PSOE en Benalmádena (Málaga).

Pedro Sánchez junto a su esposa, Begoña Gómez, en un mitin del PSOE en Benalmádena (Málaga). EFE/ Jorge Zapata

Conozco, de hecho, el caso de un buen amigo veterano. Tiene cuatro hermanos, y los cuatro son del Betis y del PSOE. "Se lleva en la sangre", como dice el protagonista del vídeo.

Y este amigo, como sus hermanos, va al colegio electoral los domingos que toca ir a votar a El Partido con la ilusión con la que Tamara Falcó va a misa o mi tía abuela Curra al campo del Sanluqueño. ¡Son swifties de Pedro Sánchez!

A la incondicionalidad de mi amigo, como le ocurre a tantos otros, no parece doblegarla el hecho de verse ridículo de tantas contorsiones necesarias para justificar tanto cambio de criterio, ¡tanta mentira!, de Sánchez.

Que las contorsiones argumentales le hagan parecer la niña del exorcista jugando al Twister ("mano izquierda a la amnistía, pie derecho a la censura de prensa y mano al cuello al poder judicial"), no le invita a pensar en un futuro próximo en el que baje la marea y le pille con las vergüenzas al aire.

Además, ellos presumen de la fidelidad a unos colores. Y, claro, ser fiel a un club, esté en la división que sea, es encomiable, pero sacar pecho de haber votado siempre a la misma formación política debería ser motivo de paguita por una administración.

Al contrario, yo en mi relativa corta vida como votante me congratulo de haber votado hasta cinco partidos diferentes: PSOE, PP, UPyD, Ciudadanos e Izquierda Española. Para mi amigo esto es "de veleta", no lo puede entender.

- ¿Tú no eras de Ciudadanos?

- No, yo voté a Ciudadanos. Ser, soy del Granada CF.

Acaso algunos aún no se han dado cuenta de que el PSOE es una Iglesia, con todo lo que ello conlleva. Del PSOE se es, ya digo, como se es del Betis o como se es católico.

Sólo otro partido político español tiene ese grado de identificación con sus feligreses o votantes: el PNV.

Son filiaciones que se heredan como se hereda la calvicie, las deudas, la artritis, la miopía o la vajilla incompleta de la Cartuja de la tía abuela Ricarda.

Con esta base de votos, los mandamases de estos partidos pueden hacer lo que les salga de las narices, porque saben que el voto lo tienen asegurado.

No pasa lo mismo con el PP (Papeletas Prestadas), que es un partido sin raíces, pero donde se pensaban que había brotado una base conservadora de misa, Real Madrid y vermú; finalmente resultaron ser los más cafeteros quienes primero se pasaron a Vox con la fe del converso.

Total, que al señor del vídeo nada más que le faltó rematar con la coletilla "sin ánimo de lucro de Algesira".