Narendra Modi junto a Volodímir Zelenski, durante su visita a Kiev.

Narendra Modi junto a Volodímir Zelenski, durante su visita a Kiev. EFE

LA TRIBUNA

Narendra Modi mueve pieza en Ucrania

La cruda realidad es que Europa ya no es un actor que lidera, sino un teatro donde se dirime la competición entre grandes potencias. Y quien no se sienta en la mesa, está en el menú. 

27 agosto, 2024 02:22

La India, por fin, ha tenido un gesto con Ucrania. Delhi sigue sin condenar explícitamente la invasión rusa, pero, al menos, el primer ministro indio, Narendra Modi, ha visitado Kyiv para abrazar fraternalmente al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ofrecer ayuda humanitaria y reiterar el compromiso de la India con los principios básicos del respeto de la integridad territorial y la soberanía de los Estados. No es mucho, pero es un primer paso para rehacer unas relaciones bilaterales dañadas desde la óptica ucraniana e insuficientes vistas desde Delhi.  

Modi es el primer jefe de Gobierno de la India que visita Ucrania desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas en enero de 1992. Así que las crónicas están calificando de histórica la visita del premier indio. Ciertamente lo es, aunque en las crónicas se están obviando las visitas precedentes de dos presidentes indios, Shankar Dayal Sharma en julio de 1993 y Abdul Kalam en junio de 2005. Desventajas de las repúblicas parlamentarias donde, a diferencia de lo que sucede con las monarquías como la española o la británica, nadie fuera del país suele conocer al jefe del Estado. Así que su valor como instrumento diplomático es limitado.

En sentido inverso, tres presidentes (con poderes ejecutivos en el caso ucraniano) han visitado la India. Leonid Kravchuk en marzo de 1992, Leonid Kuchma en septiembre de 2002 y Víktor Yanukóvich en diciembre de 2012. La visita de Modi reequilibra, pues, el intercambio de visitas de alto nivel.

Narendra Modi y Volodímir Zelenski.

Narendra Modi y Volodímir Zelenski. EFE

Ahora bien, el objetivo inmediato de la visita era restañar las heridas causadas por la visita a Moscú del primer ministro indio hace seis semanas. En aquella ocasión, Modi también abrazó fraternalmente a su "querido amigo", el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin. El Kremlin decidió hacer coincidir la visita de Modi a Moscú con uno de sus ataques más mortíferos a Kyiv, que incluyó el bombardeo del mayor hospital infantil del país, lo que desató la rabia e indignación ucraniana y de sus aliados occidentales. 

La diplomacia india esquivó el asunto y desligó por completo la visita con el ataque. Desde su perspectiva, cabía considerar la visita como muy fructífera e, insistían, Delhi seguía apostando firmemente por la paz y la resolución de la guerra por vías diplomáticas. Sin embargo, esa posición, si no viene acompañada de una condena explícita de la invasión rusa o de alguna acción tangible, resulta muy favorable diplomática y estratégicamente para Moscú.    

Esa es la herida y el desequilibrio que pretende remediar Narendra Modi con esta visita. Para ello, ha viajado acompañado de su asesor de seguridad nacional, Ajit Doval, y de su ministro de asuntos exteriores, S. Jaishankar. Precisamente, este último es quien ha concentrado la irritación occidental.

"El ministro indio se gustó, quizás demasiado, en su papel de provocador de los europeos durante los primeros meses de la guerra"

Dados los vínculos históricos de Delhi con Moscú desde la época soviética, así como la simple realidad de que Europa es secundaria en la gran estrategia de Delhi, nadie esperaba, ni demandaba que la India encabezara ninguna iniciativa ambiciosa que incomodara a Rusia. Sin embargo, el ministro indio se gustó, quizás demasiado, en su papel de provocador de los europeos en diversos foros durante los primeros meses de la guerra.

El viaje ha incluido la parada obligada en Varsovia para desplazarse a Kyiv en tren. Pero lejos de ser una formalidad, la India ha dotado de mucho contenido a esta visita de dos días a la capital polaca (que también es la primera de un primer ministro indio desde que Polonia se libró del yugo soviético).

Delhi lleva más de una década empeñada en reforzar sus lazos con Europa y esta visita refleja su reconocimiento del peso que está adquiriendo Polonia en la reconfiguración estratégica del continente. 

La agenda europea de Delhi sigue muy centrada en Francia, el socio prioritario como expliqué en esta misma columna, Alemania y el Reino Unido, aunque con Italia y la Europa central y nórdica cada vez más presentes en el radar indio. España, como ocurre con demasiada frecuencia en demasiados sitios, está ausente del mapa mental indio.

Las relaciones económicas hispano-indias han ganado densidad en la última década, pero los vínculos políticos y estratégicos aún no son suficientemente robustos. Y eso suele acarrear costes. Así, aún está por dirimir la licitación para la construcción en un astillero local de seis submarinos convencionales. La española Navantia, con el flamante S-80, es finalista junto con la alemana ThyssenKrupp. El submarino español es superior y cumple más requerimientos técnicos del exigente pliego indio.

Sin embargo, el runrún desde hace meses en Delhi es que los alemanes tienen más opciones de llevarse el gato al agua.

Narendra Modi abraza a Volodímir Zelenski.

Narendra Modi abraza a Volodímir Zelenski. EFE

En la reformulación de la política exterior india hacia Europa, Rusia sigue desempeñando un papel destacado, pero cada vez con más matices. En el cálculo de la India, el alineamiento estratégico sino-ruso es la principal variable. De ahí el empeño de Delhi por evitar que Pekín aproveche el aislamiento de Moscú con el mundo euroatlántico para convertirla en un apéndice de su estrategia para crear un espacio eurasiático sinocéntrico.        

Rusia es consciente de los riesgos de su vasallaje con respecto a China y del ascendiente indio sobre el conjunto del (mal) denominado Sur Global. Eso refuerza el atractivo de Delhi a ojos de una Moscú embarcada en convertirse en el líder de the Rest vs the West. Pero Rusia recela también de las relaciones cada vez más estrechas de Delhi con Washington (también analizadas en esta misma columna).

"Rusia no es capaz de cumplir simultáneamente con las obligaciones de sus contratos en el exterior y las necesidades de sus propias fuerzas armadas"

Rusia sigue siendo el principal suministrador de sistemas de armas de la India que aún carece de una industria de defensa propia robusta. Sin embargo, el peso de Rusia se ha ido reduciendo significativamente en la última década frente a la pujanza del de Estados Unidos, Francia e Israel

La invasión de Ucrania ha agudizado, y previsiblemente seguirá haciéndolo, esta tendencia. Por un lado, dado el volumen de atrición en el campo de batalla, Rusia no es capaz de cumplir simultáneamente con las obligaciones de sus contratos en el exterior y las necesidades de sus propias fuerzas armadas. Por otro lado, el pobre desempeño de las armas rusas ha limitado su atractivo, pese a sus precios más bajos. 

Asimismo y no menos relevante teniendo en cuenta la irritación que genera en Delhi, Rusia suministra desde hace una década helicópteros de transporte Mi-26, misiles y sistemas antiaéreos a Pakistán, la principal amenaza militar para la India.

Pese a su renovada capacidad de interlocución tanto con Moscú como con Kyiv y sus declaraciones mostrando la voluntad de la India por contribuir "proactivamente a la paz", es poco probable que Delhi impulse en solitario alguna iniciativa ambiciosa. 

No obstante, conviene no perder de vista la relevancia estratégica que han adquirido potencias asiáticas como la India, China, Corea del Sur o Japón. Y la cruda realidad de que Europa ya no es un actor que lidera, sino un teatro donde se dirime la competición entre grandes potencias.

Y en este proceso de reconfiguración del orden mundial lo más probable es que aquellos que no estén sentados en la mesa, estén en el menú.

*** Nicolás de Pedro es experto en geopolítica y jefe de Investigación y Senior Fellow del Institute for Statecraft. La gran partida es un blog de política internacional sobre competición estratégica entre grandes potencias vista desde España.

Salvador Illa, presidente de la Generalitat, durante una ejecutiva del PSC.

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