En esta vida somos todos muy chulos hasta que se nos aparece la némesis: a veces pasa con treinta años y a veces con cinco, como le sucedió a Noel Gallagher con su hermano Liam.

Uno la ve venir y chasquea la lengua como diciendo "ya está, la jodimos". Está aquí y no hay vuelta atrás. De alguna manera, la estábamos esperando. Esto es un amor radical como cargar la escopeta para siempre. Un amor exigente para no volver a descansar, para vivir hasta el final en guardia. Un amor que nos toma las medidas para engullirnos muy exactamente: su estómago tiene nuestra forma

Va así. Nos vapuleará, nos defenderá por sorpresa, nos enseñará lo importante, nos llenará de ira, nos admirará, nos desafiará, nos hará muy listos y muy cerriles y muy felices y muy desgraciados.

Nos pondrá trampas todo el rato para que no caigamos en la mediocridad ni en el aburrimiento. Con esto quiero decir que la vida será difícil pero la viviremos despiertos. También que nos molestará sin llegar a matarnos nunca, porque a la némesis se la prefiere viva. 

Sí. 

A la némesis se le dice: es terrible que existas, pero si no existieras, yo nunca sabría quién soy yo. Y se le murmura un "gracias, cabrona" con la boca pequeña. 

Liam y Noel.

Liam y Noel.

A mí me fascinan los Gallagher porque cuando eran adolescentes y uno hablaba, el otro le miraba embobado, como pensando "no hay nadie más divertido en el mundo", y a los diez minutos estaba buscando un palo de cricket para partírselo en la cabeza. Son dos malditos adorables. O lo eran, ya no sé. Quizá las cosas que hacían sólo tienen gracia cuando se es muy joven, muy talentoso y muy guapo, como era su caso. Entonces el mundo te lo permite todo. Aquella arrogancia tan simpática y libre. Aquel montón de cosas que estaban mejor rotas. Aquel puñado de imbéciles a los que se llamó por su nombre. 

Luego te vas desgajando. Luego te vas alejando cada día de tu día favorito. 

Luego hasta tus amigos se van cayendo de la banda porque no te soportan, y la industria te va convirtiendo en una vedette, y la prensa amarilla se confabula con el maltratador de tu padre para hacerle rico vendiendo basura, y el gesto se te tuerce y se te avinagra, y las drogas ya no son tan estimulantes y sólo hacen de ti un tipo cansado, errático, irascible y cruel, un tipo que vive de las rentas de su propio genio. 

Lo que cuesta reconocer es esto: uno nunca ha sido mejor que cuando tenía al lado a quien podía destruirle. Liam nunca ha sido mejor que con Noel. Noel nunca ha sido mejor que con Liam. 

Beso de Liam y Noel.

Beso de Liam y Noel.

Me gusta verles besarse en los labios en los vídeos viejos. Es como jugar al ajedrez con uno mismo. Es como masturbarse. Es la némesis con la némesis. Un solo monstruo de dos cabezas con dos cerebros.

Observé que Liam siempre sacaba la lengua para poder enroscarse en su hermano. Es posible que le amase más, o más puramente. Liam era más sentimental, más irracional, más salvaje... y también más dependiente. Frágil, al final, detrás de su mecha corta. Caos lleno de dolor. Muy fácil de inflar y de desinflarTe escupo y eso es indistinto a que vaya a adorarte siempre, puto gilipollas. Cuando los periodistas le contaban que Noel había dicho que quería abandonar el grupo, él chasqueaba con lástima: "Yo no quiero hacerlo. No lo haremos. No sé por qué lo dice. Necesita una torta en la cara que le aclare las ideas y ya verás cómo se le pasa. Se la daré". 

Noel era distinto: le besaba con los dientes. Quiero decir que le mordía. Yo creo que era más inteligente, más sibilino y psicológico. No le interesaba reventar hoteles, como a Liam, sino reventar las cosas por dentro. Era brillante. Sabía herir. Era más envidioso. 

Vale que él era el cerebro, la poesía, la composición, el chico que conocía la anatomía de la canción perfecta y se acostaba con ella cuando quería... pero su rabia era más verdosa y más flemática, como sus declaraciones públicas. 

A Noel su padre le pegó durante la infancia y adolescencia (igual que a su madre), pero a Liam nunca le tocó. ¿Fue ahí cuando empezó a competir con su hermano, ese chaval que siempre caía de pie? ¿Fue ahí cuando empezó a entender que él tendría que levantar imperios creativos con mucho esfuerzo y disciplina y a Liam le bastaría con un corte de pelo molón, una trenka que le caía como una túnica a dios y toneladas de carisma indiscutible?

Liam te miraba con sus ojos extraterrestres debajo de su única ceja y ya querías darle todo tu dinero. Era el guay, el guapo, el extravagante, el de la elegancia natural, el tío al que seguir a todas partes, y eso Noel, que era el estratega, no pensaba perdonárselo jamás. En el fondo, ambos hubieran dado una mano entera por tener los dones del otro.

No hay que elegir, pero sería justo reconocer que sin Noel, Liam nunca habría existido como artista... y que no hubiera pasado lo mismo al revés. ¡Es lo que hay! 

Noel decía que él era como un gato (independiente y arisco) y que Liam era como un perro que siempre estaba buscando a alguien que jugara con él. Yo diría que sigue siendo así. Aún Liam quiere jugar con Noel: sabe que sin él no tiene nada que decir. Aún Noel está enfadado con Liam por saber hacer las cosas sin esfuerzo. Por gustar, por ser mirado. Por encarnar el triunfo del rockero frente al músico. 

Eran los reyes de un mundo que ya no existe y ahora son nuestros brillantes desheredados. Llegaron antes de las redes sociales, de las cancelaciones, de la dinámica contractual, del baboso respeto que se nos impone ante todo. Llegaron a tiempo a algo: a elegir una cifra por la que vender sus viejas líneas rojas. 

Iremos a donde sea necesario para verles compartir baldosa y sentir cómo la electricidad nace y muere. 

Es posible que esta gira de reencuentro prometida, después de 15 años sin compartir habitación, nunca se efectúe. Es posible que el próximo verano viajemos a Manchester o a Dublín o a Londres para verles -morbosos y nostálgicos- y regresemos a casa sin hacerlo porque alguien dijo algo que no debía antes del concierto y volvió un rato el punk y el big Bang y el Gran Desapego. 

La vida tiene gracia, sobre todo, porque puede irse al carajo en cualquier momento. En eso siguen siendo los mejores.