Los congresos federales del PSOE son como un campamento de Boy Scouts. Se reúne un nutrido grupo de militantes para conseguir medallas (por vender galletas, bulos o por hacerle un nudo al planteamiento de cualquier idea sensata hasta convertirlo en un oxímoron), o simplemente para que la Ejecutiva Federal no les defenestre como a Lobato por no ser de los suyos.

Al Congreso del PSOE van los fieles como van otros a Lourdes o Fátima, convencidos de la divinidad de Pedro, creyendo que en Sevilla obrará el milagro de resucitar a un muerto tras las tramas de corrupción que cada vez aprietan más de cerca al presidente. 

A Sevilla fueron los militantes, pero sobre todo los que tienen cargo y sueldo (que son los que justifican el viaje y su presencia a Pedro). Diputados, senadores y demás carguillos.

El presidente Pedro Sánchez, este domingo en Sevilla, junto a Cristina Narbona y María Jesús Montero, durante la clausura del Congreso Federal del PSOE.

El presidente Pedro Sánchez, este domingo en Sevilla, junto a Cristina Narbona y María Jesús Montero, durante la clausura del Congreso Federal del PSOE. Europa Press

Fueron a aplaudir, emocionados de casa, como van los devotos de Morante a la Maestranza. Y da igual que Pedro no tenga el día, ni la década más acertada de su vida. Ellos le aplauden porque entienden que todo lo que toca Pedro Sánchez es digno de ser puesto en un altar.

No salió con dos orejas y el rabo porque, en un alarde de humildad, el presidente no quiso. Si no, le habrían llevado a hombros o en volandas hasta el Hotel Colón siguiendo el cauce del río.

Ahora bien, qué verónicas las del socialismo, qué tarde la de aquel día… No se conoce una faena así en la Maestranza. Cuánto espectáculo dio Zapatero, bombero torero del populismo patrio, cuando aseguró que las mujeres iban a la universidad en España gracias al PSOE cuando el PSOE ni siquiera existía.

Es decir, que se puso las banderillas de la mentira él mismo. 

Todo lo bueno que le ha ocurrido a este país desde Bartolomé de las Casas, por lo visto, hay que agradecérselo a Zapatero, a Pedro y a la izquierda. Habrá que reconocerle al PSOE esa habilidad para arrogarse el pasado y el futuro. Sin ellos España no existiría o sería de extrema derecha, no hay otra opción.

Junto con el Comité Federal del PSOE se podría haber celebrado en Sevilla el encuentro nacional de profesionales de la psicología, y no habría habido expertos para tanto narcisismo como el que demostraron Sánchez, Zapatero, Santos Cerdán, María Jesús Montero o Isabel Rodríguez.

Esta se subió al escenario a hablar y los presentes tuvieron la sensación de que eran sus primeras palabras, de lo mal conjugado que estaba el castellano. En vez de decir papá y mamá, todo lo que dijo fue incoherente e inconexo como un niño al que le faltan palabras en su idioma e ideas por estructurar. 

Del Congreso del partido socialista, donde cualquier atisbo de autocrítica debió de ser en braille, sólo nos queda claro que el Gobierno no es responsable de lo que pasa en España. Ni de la mala gestión de la DANA, ni de las corruptelas de sus ministerios.

Todo, hasta el cambio climático, es culpa de la extrema derecha. Ellos sólo pasaban por allí. Todo circunstancial, por supuesto. 

Hasta tal punto llegó el éxtasis en Sevilla que el presidente aseguró que la izquierda será lo único que salvará "a la humanidad".

No la investigación contra el cáncer, ni el hombre, ni mucho menos la tecnología. No. La izquierda y a lo sumo él.

Y no hubo discrepancia. Ni siquiera una voz que pusiera cordura a tanta autocomplacencia, a tanto apoyo desmedido al líder como si en vez de estar perseguidos por la Justicia, su mujer y su hermano y varios de sus ministros y exministros estuvieran perseguidos por un grupo terrorista. 

El Congreso Federal del PSOE, que iba a cambiarlo todo, sólo ha servido para que todo siga igual. 

Lo que no ha entendido Pedro es que, sí, tiene atado en corto al PSOE, pero como todo partido, en cuanto las evidencias le hagan sangrar, en vez de súbditos y militantes leales, tendrá una legión voraz de críticos que se desharán de él como se deshicieron de Julio César Bruto y los demás: por la espalda y con alevosía.