Las disputa en que se han enzarzado Podemos y Ciudadanos a cuenta de si la representación diplomática española en las exequias de Fidel Castro está justificada ilustra a la perfección la escalada de reacciones encontradas que ha generado la muerte del viejo tirano.
El partido de Pablo Iglesias, cuyos dirigentes han competido con los de EH-Bildu, la CUP y el BNG en publicar encendidos panegíricos de Castro y el castrismo, reprocha al Gobierno que sólo haya enviado a La Habana al rey emérito y a un secretario de Estado en lugar de al ministro de Exteriores y otros representantes "de la máxima consideración posible".
Visita exprés
En opinión de Ciudadanos, sin embargo, la misión diplomática española debería tener menor rango -aunque se trate de una visita exprés-, por lo que ha registrado en el Congreso una batería de preguntas para inquirir al Ejecutivo sobre si ha tenido en cuenta la "condición de dictador" del comandante.
Es lógico que el papel de España en el funeral de Castro haya levantado suspicacias. Sobre todo cuando ha estado precedida de dos días de elegías vergonzosas promovidas, en algunos casos, por medios de gran alcance, incluidos los públicos.
Otegi
Es fácil entender por qué Arnaldo Otegi ha decidido viajar a Cuba o por qué Iglesias, Garzón o Monedero han tributado melifluos homenajes al sátrapa antillano en las redes sociales y en medios afines. A nadie puede extrañar tampoco que Podemos, que hace unas semanas criticaba al Gobierno por programar un viaje del rey a "una dictadura sanguinaria como Arabia Saudí", pida hoy más presencia institucional en la Plaza de la Revolución.
También puede resultar comprensible que políticos de signo contrario, como Albert Rivera, Inés Arrimadas o Esperanza Aguirre, hayan replicado a los pucheros de inspiración bolivariana advirtiendo de que el único legado de Castro es una dictadura atroz y de raíz leninista.
Hagiografías
Lo que resulta más difícil de entender es que televisiones como Antena 3 o TVE hayan contribuido al blanqueo de Fidel Castro en claro desprecio a la realidad y a los miles de asesinados y encarcelados por el régimen castrista y a 2,5 millones de exiliados políticos. La dimensión incuestionable del personaje no justifica su revisión hagiográfica in articulo mortis.