La decisión del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de avalar la reapertura de la central de Garoña, siempre que Iberdrola y Endesa acometan obras de mejora que garanticen plenamente la seguridad de la planta, abre la puerta a prolongar la vida útil del parque atómico español de los 40 a los 60 años.
Las centrales de Vandellós, Cofrentes, Trillo, Ascó y Almaraz podrán seguir los pasos de Garoña para extender sus licencias de explotación más allá de lo incialmente previsto, por lo que no parece descabellado que, en un horizonte de diez años, el conjunto de las plantas nucleares españolas funcione a pleno rendimiento pese a haber frisado su tercera edad.
Alargar una década la vida de las centrales nucleares evitaría la emisión a la atmósfera de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono y asegurar 27.500 empleos estables. Estamos pues ante una decisión estratégica que demuestra a las claras la apuesta del Gobierno por la energía nuclear para producir electricidad.
Posiciones dogmáticas
Todos los grupos de la oposición han rechazado la posible reapertura de Garoña, bien porque el operador de esta central no ha realizado aún las inversiones requeridas, bien porque abogan directamente por el apagón nuclear en 2024. Lo cierto es que el debate sobre las explotaciones atómicas debería ceñirse a criterios de racionalidad técnica y desbrozarse de posiciones dogmáticas y tremendistas.
Que una central se aproxime al límite de lo que se estimó que sería su vida útil cuando empezó a funcionar no quiere decir necesariamente que sea obsoleta. De hecho, la tecnología ha avanzado lo suficiente como para convertir las centrales más antiguas en seguras y eficientes. Hay que tener en cuenta que el Consejo de Seguridad Nuclear ha evaluado 167 informes antes de tomar su decisión.
130 reactores en Europa
En Europa hay 130 reactores operativos, algunos más viejos que los españoles, por lo que no tiene sentido que España renuncie a la energía nuclear mientras adquiere electricidad producida por este método en Francia.
En España se han hecho ingentes inversiones en plantas eólicas y huertos solares sin que los modelos alternativos hayan servido para abastecernos de la energía que necesitamos. Hay que seguir explorando la generación de energía limpia para mejorar su eficiencia y abaratarla. Aceptar sin más que la tarifa de la luz dependerá de que llueva o haga viento, como dijo Rajoy, no es una opción razonable. Hoy en día, prescindir de la producción de electricidad por fusión nuclear es un lujo que no podemos permitirnos.