Pasó a la Historia como "el vídeo de la ceja". Pero lo cierto es que aquella pieza propagandística con la que varias "personalidades de la cultura" pedían el voto para Zapatero en las elecciones generales de 2008 se llamaba en realidad Defender la alegría. No en vano, todos ellos cantaban la versión musicada por Serrat del poema (casi) homónimo de Mario Benedetti.
"Defender la alegría contra los cenizos, ¿no?", proclamaba Víctor Manuel en los minutos introductorios. El título se utilizó también en el indispensable manifiesto, entre cuyos firmantes figuraban futuras secretarias de Estado del gobierno de Rajoy.
Ya entonces debimos darnos cuenta de las señales. La alegría a defender era más teórica que práctica. Sólo así se explica que la iniciativa se justificara en el afán de que no volviera al poder "la turba mentirosa y humillante que piensa, desde su imbecilidad, que todos son más imbéciles que ellos".
Es como luchar contra los bulos acusando a una formación política de censurar un libro porque una juez respondiera a la demanda de alguien que ni siquiera llegó a militar en ella bajo su denominación actual.
Dieciséis años después, la relación del mismo partido –hoy también gobernante- y de su formidable aparato de creación de opinión con la alegría es bien distinta. Ésta ha pasado de "perseguirse" en la cuarta acepción del DRAE ("Tratar de conseguir o de alcanzar algo") a hacerlo casi en la séptima ("Proceder judicialmente contra alguien y, por ext., contra una falta o un delito")
Cualquier síntoma de alegría levanta sospechas y consultas inmediatas a las tablas de la ley.
Ojalá algún día la labor de nuestros gobernantes fuera objeto, en ciertos ámbitos, de una fiscalización parecida a la que han sufrido los jugadores de la Selección. Éstos se limitaron a ofrecer la clase de espectáculo bochornoso al que cualquier chaval de esa edad se entregaría hoy. De esa edad o superior. Quien haya regresado de una boda en el autobús para invitados con el único deseo de meterse en la cama cuanto antes sabrá de lo que hablamos.
Tampoco es que fuera algo nuevo. A ver si va a resultar que Pepe Reina era Lenny Bruce. El shock sólo se entiende al partir del escenario inmediatamente anterior: la difusión de un constructo absurdo que había erigido algo parecido al "combinado nacional Malasaña".
En cuanto algo tiene el respaldo de las masas despierta la reacción de rottenmeiers y tacañones de guardia. La segunda parte de Del Revés es ya el título más taquillero de Pixar. Este mismo sábado, la prensa oficialista publicaba una columna de opinión cuya autora se sentía "molesta" (¡molesta!) por el retrato que la película hace de la ansiedad. La cinta no sólo "es mala", es que "está mal". Entre los motivos esgrimidos figura la "ideología Disney-capitalista" (sic).
Tiene que haber alguna diferencia con el cura clamando contra Gilda desde el púlpito. Pero admitimos nuestro fracaso en encontrarla.
Pobre Víctor Manuel. Han ganado los cenizos.