Rajoy ha decidido seguir dilatando la respuesta al desafío soberanista catalán. Tal y como hoy informa EL ESPAÑOL, en un gesto de desdén, ni el presidente del Gobierno ni sus ministros se molestaron en ver la declaración de Carles Puigdemont en la que anunciaba el día y la pregunta del referéndum unilateral de independencia.
Pero no por dejar de escuchar a los independentistas estos dejarán de seguir avanzando en pos de sus objetivos. Es cierto, como se argumenta desde el Gobierno para justificar su inacción, que sólo los actos ejecutivos tienen consecuencias administrativas y penales. Sin embargo, los actos políticos deberían tener consecuencias políticas.
Cuando los padres de la Constitución redactaron el artículo 155, que prevé la suspensión de la autonomía en el caso de que una comunidad incumpla sus obligaciones y atente al interés general de España, seguramente estaban pensando en situaciones como la que hoy vive Cataluña, con una Generalitat dispuesta a saltarse las leyes.
La razón de ser del 155
Ese artículo no está pensado para sancionar al infractor cuando se haya consumado el delito -llegado ese momento, se ocuparán los jueces- sino para impedir que pueda cometerlo. Se trata de un mecanismo de naturaleza política para poder anticiparse al quebrantamiento de la ley.
El paso dado este viernes por el presidente catalán equivale a poner en marcha el reloj que fija la hora para romper España. Su anuncio se ha hecho, además, en el Palau de la Generalitat y tras un acuerdo del Govern. La pregunta que se hacen hoy millones de españoles es: ¿A qué espera Rajoy para parar el golpe?