La salida del penal militar de Ramo Verde del líder opositor Leopoldo López, celebrada este domingo en las marchas multitudinarias que han vuelto a recorrer el país, puede y debe convertirse en un revulsivo moral para devolver la democracia a Venezuela.
El Tribunal Superior de Justicia venezolano ha alegado razones “humanitarias” para permitir que Leopoldo López termine de cumplir en su casa, junto a su familia, los 14 años de cárcel a que fue condenado tras las algaradas de 2014, en las que murieron más de 40 personas. Aunque se trata por supuesto de una buena noticia, sería ingenuo apreciar magnanimidad alguna en esta medida de gracia, que se ha conseguido tras la mediación directa de José Luis Rodríguez Zapatero.
Cien días de protestas
Con todo, habiendo sido crucial la labor del expresidente español, la excarcelación de Leopoldo López debe ponerse en contexto. Se produce después de cien días de protestas ciudadanas en las que 88 personas han sido asesinadas a manos de policías y paramilitares chavistas; una semana después de que una turba dirigida por altos cargos del régimen asaltase la Asamblea Nacional para apalear a diputados de la oposición; y un mes después de que el preso político más famoso de Venezuela denunciase a gritos desde su celda que estaba siendo torturado, según podía escucharse en un vídeo grabado por su mujer, Lilian Tintori, que se volvió viral.
Es decir, no hay ninguna duda de la crueldad de Maduro, que ya intentó comprar sin éxito a Leopoldo López ofreciéndole arresto domiciliario a cambio de que hiciera un llamamiento al cese de las protestas, y que ahora quiere hacerse el magnánimo para aliviar la presión sobre su persona.
Asamblea constituyente
El presidente venezolano está siendo muy cuestionado incluso dentro del movimiento bolivariano. Necesita ganar tiempo para sacar adelante el próximo día 30 de julio la creación de una asamblea constituyente que subvierta a su favor la legalidad y deslegitime a la Asamblea Nacional, donde los partidos de la oposición tienen la mayoría. Por eso el dirigente de Voluntad Popular, consciente de que lo mucho que hay en juego y de que Maduro está más débil que nunca, ha animado a sus compatriotas a “seguir en la lucha”.
La resistencia democrática y la comunidad internacional deben redoblar su presión contra Nicolás Maduro, en la calle de forma pacífica y en las cancillerías, con un dos objetivos. A corto plazo, hay que conseguir que los otros 431 presos políticos cautivos por la dictadura puedan cumplir también sus penas en sus hogares y que tribunales independientes revisen las causas en las que fueron condenados. Y a medio plazo, hay a que garantizar la celebración de elecciones presidenciales, bajo supervisión internacional, para que el pueblo venezolano vuelva a gozar de libertades plenas.