La declaración de Carme Forcadell en el Tribunal Supremo, con su compromiso a acatar la Constitución y la afirmación de que la declaración de independencia fue "simbólica", ha supuesto un revés para miles de independentistas que esperaban un comportamiento más coherente y honroso de quienes han dirigido el procés.
Las élites del movimiento separatista, tanto en los partidos como en las entidades cívicas, han preferido mirar para otro lado para no contribuir a la autodestrucción. Han puesto buena cara y se han prestado a pagar generosamente las fianzas de los parlamentarios. Es lógico: han hecho del catalanismo su modus vivendi y ahora ven en riesgo su chiringuito.
Los chistes de Forcadell
Pero basta observar cómo han recibido las redes sociales la conversión de Forcadell, con centenares de chistes y bromas, para hacerse una idea de la repercusión que este episodio puede tener entre muchas de las personas que han estado apoyando a las autoridades catalanas en los últimos meses. Es el colofón a la esperpéntica huida de Puigdemont a Bélgica.
El expresidente de la Generalitat ni siquiera se atreve a encabezar la lista del PDeCAT porque no quiere pasar a la historia como el político que hundió al partido hegemónico en Cataluña en los últimos 35 años. Por eso su insistencia en liderar sólo una "lista de país". El hecho es que todas las encuestas sitúan a la antigua Convergència por detrás de ERC, de Cs y del PSC.
Rearmarse en la calle
Los dirigentes independentistas van a tratar de rearmarse en la calle, y de ahí la trascendencia que dan a la manifestación que han organizado este sábado en Barcelona para reclamar la puesta en libertad de lo que insisten en denominar "presos políticos". Pero la ficción de la independencia se ve cada vez más clara mientras no cesa el goteo de malas noticias derivado de ella: la última, que Barcelona se queda sin la Agencia del Medicamento.
Ahora bien, la fatiga en el mundo separatista no supone ni mucho menos el triunfo del constitucionalismo el 21-D. Sus organizaciones, bien regadas durante años, son capaces de movilizar a miles de ciudadanos. No hay que llevarse a engaño: el independentismo sigue siendo favorito a repetir mayoría en el Parlament. Por eso cabe preguntarse de nuevo cómo se presentarían las elecciones en Cataluña si se hubiera decidido, como era lo lógico, celebrarlas a su debido tiempo.