La postura maximalista de Puigdemont, que insiste en no contemplar más posibilidad que ser él el investido como nuevo presidente de la Generalitat, se ha cobrado este martes las primeras víctimas, y no precisamente menores: Artur Mas, en el PDeCAT, y Carles Mundó, en ERC.
El caso de Mas es muy relevante, primero por el momento en el que se produce: a sólo una semana de que se constituya el Parlament y cuando PDeCAT y ERC están en plenas negociaciones. Pero también porque fue Mas quien eligió a Puigdemont como sucesor y ha sido uno de sus principales asesores a lo largo del proceso separatista.
Puigdemont camina solo
Todo indica que la voluntad de Puigdemont de caminar solo, y que se manifestó ya de forma evidente en la configuración de su candidatura electoral, realizada al margen del partido, ha precipitado la decisión de Mas, que no ha querido despedirse sin un recado. "El proyecto es más importante que cualquier persona", manifestó este martes. Así pues, al dejar la primera línea política, Mas está enseñándole la puerta de salida a su compañero de partido.
La otra baja sensible, con sólo unas horas de diferencia respecto a la de Mas, es la del exconsejero Mundó, que dirigió el área de Justicia en el Gobierno de Puigdemont. Mundó, considerado por muchos el delfín de Junqueras, se ha limitado a alegar motivos "personales" para renunciar a su acta de diputado. No es difícil deducir, en cambio, sus verdaderas razones. Mundó ha probado la cárcel y sabe que el proyecto radical de Puigdemont, dispuesto a retomar la "Republica catalana" donde la interrumpió el 155, podría acercarle de nuevo a ella. La propia Forcadell, que pasó por el mismo trance, ya ha mostrado su oposición a volver a presidir el Parlament.
Un empeño llamado al fracaso
El empeño de Puigdemont, que ha resquebrajado al independentismo, está abocado al fracaso. El Reglamento de la Cámara catalana no permite la investidura telemática, que es la posibilidad a la que se aferra el líder de Junts per Catalunya para ejercer como presidente sin dar cuentas a la Justicia española. Pero es que en ERC tampoco están dispuestos a facilitar una operación que entienden una burla a Junqueras, encarcelado en Estremera mientras Puigdemont disfruta de libertad en Bruselas.
La situación se ha enquistado y ello acrecienta la posibilidad de unas nuevas elecciones en Cataluña. Si fuera un asunto sólo entre partidos, el acuerdo estaría cantado: PDeCAT y ERC tienen demasiados intereses en juego como para no pactar. Sin embargo al intervenir las cuestiones personales no hay que descartar el desencuentro... y otros comicios en mayo.