Tan sólo una semana después de que el entorno de Rajoy se jactara de que el Gobierno podía mantener prorrogados los Presupuestos Generales durante "150 años", el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha asegurado este jueves que el proyecto de las nuevas cuentas públicas estará aprobado antes de Semana Santa.
A expensas de conocer la concreción de los acuerdos que han permitido reactivar las negociaciones, resulta evidente que el Ejecutivo se ha resignado y ha cedido a las principales demandas de Ciudadanos y del PNV para evitar que el desgobierno caliente la calle.
Equiparación salarial y 155
Las condiciones de Albert Rivera son avanzar en la equiparación salarial entre policías nacionales, guardias civiles y mossos d’esquadra y que el PP aparte a la senadora imputada Pilar Barreiro. Para el PNV, la desactivación del 155 en Cataluña era un requisito, pero lo cierto es que sin Presupuesto no puede cobrar el cupo, su auténtica prioridad. A la hora de comprender por qué lo que hasta hace una semana eran demandas inaceptables ahora son partidas plausibles, o por qué el Ejecutivo ha pasado de la arrogancia a la transigencia, hay que fijarse en los últimos acontecimientos.
El Gobierno ha visto cómo el Constitucional ha dado al traste con su principal reclamo para recuperar terreno ante el avance de Ciudadanos: la capacidad de cambiar el modelo educativo en Cataluña. Además se ha encontrado con otra fuga de un líder independentista, la de Anna Gabriel a Suiza, que supone otra burla al Estado.
Estrategia equivocada
Los intentos del Gobierno por salir del atolladero haciéndose fuerte en los sectores más derechizados del electorado se le han vuelto en contra como un bumerán. Es el caso de la agresividad de las críticas a la huelga feminista del 8-M o la censura en Arco, que ha dado pábulo a la especie de que en España no se respeta a la libertad de expresión. El último informe Amnistía Internacional -conocido este mismo jueves- también incide en ese relato, que aun siendo absolutamente exagerado e injusto, daña la imagen del Gobierno.
La multitudinaria manifestación de los pensionistas ha añadido más presión al PP, pues moviliza en contra a su principal caladero de votos. Demasiados frentes abiertos como para empeñarse en no dar curso a un Presupuesto que permite el incremento del gasto social y la rebaja del IRPF ya comprometidos con Cs. Rajoy se dejó llevar por la soberbia, pero un baño de realidad le ha sacado del ensimismamiento.