La presencia en TV3 de un etarra que en 1982 asesinó a tiros a Rafael Vega Gil, un comerciante de 48 años de Santurce, debería llevar de una vez a las autoridades a plantearse intervenir en la cadena pública. El problema no es que se invitara a un terrorista al plató, sino el trato deferente que se le ofreció, permitiéndole mentir y burlarse de las víctimas.
La presentadora del programa, que se ha mostrado en ocasiones cáustica e incisiva con los invitados -particularmente si no comparten su credo nacionalista-, llegó a preguntar al terrorista cómo debía referirse a ETA, si como "banda" o como "organización", a secas, consintiendo además que se pavonease de sus crímenes.
La historia real
El terrorista de TV3, que pasó 22 años en la cárcel, dijo no estar arrepentido y se refirió a su víctima como "chivato", pero la realidad es que ETA lo mató porque no se negó, como sí hicieron otros, a vender productos de su establecimiento a los guardias civiles.
La historia de Rafael Vega Gil, que hoy recordamos en EL ESPAÑOL, pone los pelos de punta. Lo tirotearon en presencia de uno de sus hijos. Su esposa, destrozada, no pudo superarlo y se suicidó tres meses después del atentado, dejando a cuatro niños huérfanos.
¿Y el 155?
A la falta de neutralidad, a la apología permanente del independentismo, a la persecución constante de los constitucionalistas catalanes que también la pagan con sus impuestos, TV3 añade ahora la ignominia de prestarse a difundir el discurso etarra.
Es de todo punto incomprensible que una vez intervenida la autonomía con el 155 se consienta que uno de los principales instrumentos de los instigadores del golpe continúe ejerciendo con total impunidad la labor de propaganda que ha llevado a Cataluña a la división y a la confrontación actuales.