Derecha y populistas no han tardado nada en empezar a minar el camino del nuevo Gobierno. Como si de una operación coordinada se tratara, Rafael Hernando, por un lado, y Pablo Iglesias, por el otro, no han esperado siquiera a que los ministros tomaran posesión de sus cargos para pronosticar que a Pedro Sánchez le espera un calvario.
Las amenazas de Iglesias han sido claras y rotundas. La formación morada se siente seducida y abandonada por el nuevo presidente. Su líder le ha recordado a Sánchez que gobierna gracias a sus escaños, que no ha tardado ni 24 horas en olvidarse de sus promesas y que ha elegido ministros del gusto de Ciudadanos y del PP pero no de su partido. Le ha dejado claro que la aspiración de Podemos es ejercer de oposición desde la izquierda y le avisa que la Moncloa va a ser un calvario.
El sándwich está en marcha
Calvario que también le ha vaticinado el Partido Popular unas horas más tarde. Hernando, como una gran parte de su partido, sigue echando mano del Apocalipsis cada vez que abre la boca para hablar del nuevo Gobierno, al que sigue calificando de “ilegítimo”. Los populares se sienten como si les hubieran robado el poder y no dudan en echar mano del verbo más caliente para arremeter contra los socialistas.
El portavoz del PP le exige a Sánchez que desvele los “cromos” que ha cambiado con independentistas y populistas, si ha negociado con Puigdemont y qué le ha dado a Bildu a cambio de su apoyo. Y le ha pedido que de la cara en el Congreso aunque sea un calvario para él.
El sándwich -por utilizar la famosa expresión de Mauricio Casals- del berrinche está en marcha. Y la campaña de acoso y derribo, de un lado y de otro, no se ha hecho esperar. Iglesias empieza a sospechar que el nuevo presidente se la ha jugado y que no va a sacar nada tangible por la cesión de sus 67 diputados para culminar la moción de censura. Además teme que el PSOE, ya instalado en el poder, empiece a recuperar el voto que había volado a Podemos.
Una oposición virulenta
El Partido Popular también quiere marcar territorio y dejar claro que la oposición, la “verdadera oposición”, son ellos y no Ciudadanos. Cree que después de la tempestad viene la calma, que el tiempo corre a su favor y que, ya sin el estigma de Mariano Rajoy, una oposición virulenta les va a servir para recuperar los votos que el partido de Albert Rivera le ha arrebatado en los últimos años.
Y en medio de unos y otros, un Gobierno que quiere empezar a andar. Da la sensación de que Pedro Sánchez ha hecho un equipo a su imagen y semejanza, de futuro y sin preocuparse ni hacer caso de promesas o acuerdos. Y el que quiera seguirle, que le siga. Sabe que está en minoría permanente y que si logra acabar la Legislatura será casi un milagro, teniendo en cuenta el calvario que le espera gracias al sándwich del Partido Popular y Podemos.