Ciudadanos empieza a poner en apuros al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez por su forma de actuar en Cataluña. Inés Arrimadas acusó este viernes al presidente “de cumplir las exigencias de los separatistas” tras levantar Hacienda la supervisión de las cuentas de la Generalitat. La líder centrista quiere tensar la cuerda desde el primer momento porque lo anunciado este viernes –ella lo debe saber– no es tanto el primer gesto de Sánchez con el nuevo Govern como el último de Mariano Rajoy.
Además, Arrimadas cumplió su promesa de dar plantón al president Torra hasta que éste no retire la pancarta desplegada en la fachada del Palau en la que se exige “la libertad de los presos políticos y los exiliados”. En España no hay ni presos políticos ni exiliados, dice la formación naranja.
En la antípodas de socialistas y populares
Con su negativa a entrevistarse con el sucesor de Puigdemont, Cs pretende marcar distancias tanto con el socialista Miquel Iceta, que ya se ha reunido con Torra este viernes, como con el popular Albiol, que ha anunciado que lo hará el próximo lunes. No entienden esa mano tendida del PSC y del PP a quien quiere acabar con España. Arrimadas quiere dejar claro que su forma de tratar al president difiere de la Pedro Sánchez.
Ciudadanos pretende que se visualicen las distintas formas de plantar cara a quién sigue hablando de la República Catalana y de los resultados del 1 de octubre y tiene en el centro de su diana de forma permanente al Estado español. El partido de Arrimadas cree que no ha cambiado nada, que el nuevo Ejecutivo catalán es más de lo mismo y que no va a parar de tensar la cuerda. Frente a este pulso diario que busca el president de la Generalitat, Ciudadanos quiere posicionarse en las antípodas de socialistas y populares.
El partido centrista cree que la presencia de Batet en el Gobierno de Sánchez tiene como objeto tender puentes que sólo favorecen a Torra y a los independentistas. No se fían ni de la nueva ministra, ni de Iceta ni de los socialistas catalanes en general, a quienes siempre han visto como consentidores pasivos del separatismo en Madrid.
Ceremonia de la confusión
Aunque es indudable que Ciudadanos podría estar sobreactuando para recuperar el terreno político perdido tras la llegada de Sánchez a Moncloa –toda vez que no ha habido ninguna medida real que sustente sus sospechas–, no es menos cierto que la ceremonia de la confusión creada ayer por la nueva portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, da pie a las suspicacias de los que creen que el Gobierno no está hablando del todo claro con respecto a la crisis catalana.
Celaá se hizo un lío monumental –que dio pie a la reacción inmediata de Ciudadanos– al anunciar el levantamiento de la supervisión de las cuentas de la Generalitat como si de una medida nueva se tratara, cuando en realidad ya la había activado el anterior Gobierno. Lo único novedoso era que se había dado orden a los bancos para que dejara de ser imprescindible el sello del Banco de España en los pagos que lleve a cabo la Generalitat.