Dos meses después de que el Aquarius atracó en Valencia con 630 inmigrantes vuelve a plantearse el mismo problema: ahora son 141 personas, en su mayoría subsaharianos, los que necesitan auxilio, con la preocupación añadida de que la mitad son menores.
Italia, Malta y Túnez se niegan a acoger a los inmigrantes, recuperados en alta mar frente a Libia. Hacen así oídos sordos a las reglas del Derecho Marítimo Internacional, que prescriben que los rescatados deben ser desembarcados en en el puerto "más cercano posible".
Paso atrás
Las miradas vuelven a dirigirse ahora a España, después de que Pedro Sánchez se ofreciera como solución a la emergencia humanitaria de junio. Pero esta vez el Gobierno no ha tomado la iniciativa y está por ver que acepte el desembarco si la ONG SOS Méditerranée se lo solicita formalmente.
Hay que tener en cuenta que el Ejecutivo socialista ya dio un paso atrás en sus muestras de generosidad el jueves pasado cuando permitió desembarcar al Open Arms en Algeciras con 87 inmigrantes. A estas personas ya no se les ofreció la misma bienvenida que en Valencia ni se les concedió la condición general de "refugiados", con las ventajas que ello conlleva.
Rehén de las palabras
Cuando en junio Sánchez decidió acoger al Aquarius ya dijimos que era una "respuesta lógica" ante una alarma humanitaria de primera magnitud, pero que tenía el inconveniente de amplificar el efecto llamada. El problema del Gobierno es que ya ha creado un precedente y, además, en los últimos días se ha encargado de tachar de "derecha extrema" a PP y Cs por mantener posiciones más restrictivas en materia de inmigración.
Sánchez no debería ser preso de esas palabras. Lo lógico, después del baño de realismo de su encuentro con Merkel, es que España pidiera a la UE que corra el turno y sea otro socio comunitario el que se encargue de los inmigrantes rescatados. De otra forma, se estaría generando la idea de que España es puerto abierto permanente, un magnífico reclamo para las mafias de la trata de seres humanos.
La circunstancia de que vuelva a ser el Aquarius el protagonista de la operación muestra además una recurrencia que tampoco favorece la admisión por parte española. ¿Quién no dice que luego habrá un tercero, un cuarto y un quinto caso? Sánchez no puede aceptar que se cree una suerte de línea regular Libia-España para transporte de inmigrantes operada por el Aquarius.