Horas después de que el presidente de la Generalitat instara a Pedro Sánchez a pactar un referéndum de autodeterminación en un mes, so pena de retirarle el apoyo en el Congreso, la ministra portavoz respondía con un mensaje manido que nos devuelve una y otra vez a la casilla de salida.
El Ejecutivo relativiza este ultimátum del mismo modo que un día antes dio por no pronunciado el llamamiento de Torra a la violencia. De hecho, Sánchez dice estar dispuesto a mantener el diálogo, esto es, a seguir pagando el respaldo parlamentario de Torra con acuerdos millonarios en las comisiones bilaterales con la Generalitat.
155 perpetuo
Sánchez está en su derecho a interpretar que la amenaza de Torra tiene mucho de pose y de farol en una coyuntura de división del independentismo. Pero está fuera de lugar que el Gobierno, como hizo Isabel Celaá, equipare el "salto al vacío" de los independentistas con los llamamientos de Casado y Rivera para que se aplique un 155 que la ministra tildó de "perpetuo".
Creemos que no es momento de blanquear más al nacionalismo y que ya no puede recurrirse al argumento de que estamos sólo ante palabras subidas de tono sin consecuencias reales. Exactamente así pensaban Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría y se encontraron con una declaración unilateral de independencia.
Bochorno democrático
Toda vez que Sánchez se resiste a pactar un 155 que devuelva la normalidad a Cataluña, la única solución pasa por disolver el Gobierno y evitar el bochorno democrático de ver cómo el presidente de España sigue sentándose a la mesa con Torra, un tipo que un día hace comentarios racistas y al otro anima a los violentos a tomar las calles.
Lo que está claro es que no hay nada más "perpetuo" que el diálogo estéril que el Gobierno se trae con el separatismo.