Este sábado se cumple un año de la Declaración Unilateral de Independencia anunciada por Carles Puigdemont en el Parlamento catalán y suspendida por él mismo ocho segundos después. Eso provocó que, inmediatamente, el Senado autorizase al Gobierno de Mariano Rajoy a aplicar el artículo 155 de la Constitución por primera vez en la historia de nuestra Democracia.
Ese mismo día 27, Carles Puigdemont y todo su Govern fueron destituidos, y la autonomía catalana quedó intervenida. El error, cuyos efectos seguimos pagando quienes defendemos la Constitución y la unidad de España, es que Rajoy decidió convocar elecciones en Cataluña el 21 de diciembre, sin tiempo, por tanto, para desmontar las estructuras del independentismo que hoy siguen en pie.
Relaciones rotas
Aunque el 155 permitió detener el golpe y los Tribunales de Justicia hicieron bien su trabajo, las perspectivas para el constitucionalismo no son hoy halagüeñas. Un año después de haberse unido en defensa de la legalidad, PP, PSOE y Ciudadanos se hallan completamente divididos.
El miércoles, en vísperas de este aniversario del 27-O, el presidente Sánchez hacía oficial la ruptura de relaciones con el líder de la oposición, Pablo Casado. Además, en un agrio debate en el Congreso, Pedro Sánchez y Albert Rivera se acusaban mutuamente de no tener "escrúpulos", evidenciando lo lejanas que están sus posiciones en relación al problema de Cataluña.
¿Otra DUI?
EL ESPAÑOL desvela hoy que los presos separatistas han solicitado al Tribunal que aparte a Vox del proceso, donde ejerce la acusación particular. Parece claro que al actuar así tratan de zafarse del delito de rebelión, confiando en que, quizás, tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado pudieran calificar los hechos como sedición.
Pero más allá del devenir del juicio, cabe preguntarse en fecha tan señalada si nuestros dirigentes políticos están preparados para evitar que la historia se repita. En otras palabras, ¿podemos dar por descartada otra DUI? Seguramente nadie pueda dar una respuesta concluyente, pero está claro que hay elementos objetivos para la preocupación. La amenaza continúa. Por ello cabe hacer un llamamiento a los partidos constitucionalistas para que recuperen el entendimiento. La unidad será el mejor antídoto contra quienes insisten en romper la convivencia.