Este miércoles hemos conocido la decisión de Vox de no apoyar la formación de Gobierno en Andalucía entre PP y CS si no se elimina, "entre otros" puntos, la dotación presupuestaria para combatir la violencia de género que habían pactado populares y naranjas. El partido de Abascal arguye que Juan Marín y Juanma Moreno se han plegado a lo que, a su parecer, son "medidas dictadas por la ideología de género".
Más allá de la torticera argumentación, conviene recordar a Vox que la Ley de Prevención y Protección Integral Contra la Violencia de Género es una de las pocas leyes que han sido aprobadas por la unanimidad de las fuerzas parlamentarias. Y que, por imperfecta y mejorable que sea en algunos aspectos y en su aplicación concreta, no deja de ser una garantía contra la delincuencia brutal que se ejerce contra las mujeres.
Posición radical
En ningún caso luchar contra la violencia supone asumir ningún tipo de "ideología", sino combatir una lacra histórica. Más bien sería conveniente poner el foco en las razones por las que Vox se opone al punto 84 del acuerdo de Gobierno entre PP y CS, que establece que Andalucía desarrollará en la medida de sus competencias y de sus recursos el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Porque la actitud de Vox sólo se explica como una forma de marcar territorio de cara a unas más que probables elecciones generales.
Vox es consciente de que su cruzada contra las "feministas podemitas radicales" excede el campo de juego que pueden tener los doce escaños que ha obtenido en el Parlamento andaluz. De hecho, enrocado en esta posición radical prueba, además, que no está entre sus prioridades la de favorecer la agenda del cambio en Andalucía.
Condiciones inaceptables
Posicionamientos de este calado, imponiendo unas condiciones inaceptables a Partido Popular y Ciudadanos que van contra la esencia misma de estas dos formaciones (ambas apoyaron la ley de violencia de género y sus reformas), aproximan a Vox al discurso más machista y extremista.
Es exagerado afirmar, como ha sugerido Teresa Rodríguez, que Vox es "cómplice" de los asesinatos a las mujeres, pero está claro que con su atrincheramiento anacrónico contribuye a embarrar el terreno de juego en Andalucía por mero interés electoralista. Y lo hace a costa de los propios andaluces, a los que sume en la incertidumbre sobre la formación del Gobierno autonómico.