La primera ministra Theresa May sufrió este martes un durísimo revés en el Parlamento británico que no tiene precedentes en la Historia de Reino Unido. La Cámara de los Comunes tumbó por 432 votos frente a 202 el acuerdo que firmó con Bruselas en noviembre para la salida de la UE. En esos 432 noes hay que incluir tanto a los brexiters más duros como a quienes desde un principio se negaron a abandonar la Unión, lo que da una idea de la soledad del Gobierno.
May ya ha anunciado que se someterá este miércoles a una moción de confianza, lo que conlleva que, si ganara la confianza de la Cámara, debería volver a reunirse con los diferentes grupos políticos, proponerles su nuevo modelo de brexit y, caso de lograr los apoyos suficientes, volver a negociar con la UE.
Derrota
Más allá de las consecuencias que esta derrota sin paliativos tenga para el escaso crédito político que le queda a la premier, lo cierto es que el resultado de la votación del Parlamento sume ahora mismo al Reino Unido en el caos más absoluto, y lo hace en aspectos que sí inciden directamente en la vida cotidiana de los ciudadanos.
El Ejecutivo haría bien en aferrarse al dictamen del Tribunal de Justicia de la UE, que estableció en diciembre que el Reino Unido puede revocar unilateralmente el propio brexit, siempre de acuerdo con "los requisitos constitucionales" británicos, por cuanto aún "no ha cambiado su condición de Estado miembro". Es decir, cabe regresar a la casilla de salida.
Irracional
Después de ganar tiempo y enfriar los ánimos, existiría la posibilidad de un nuevo referéndum con el que enterrar este brexit irracional. Y los datos son elocuentes: el 46% de los británicos encuestados apoyan una nueva consulta, frente a un 28% que están en contra. Está claro que Theresa May se ha arrastrado al abismo más absoluto. Sólo el sentido común y una resituación de posiciones puede evitar ahora el desastre.
En las actuales circunstancias sería un descalabro mantener la fecha del 29 de marzo como la de la confirmación del divorcio. Un brexit duro tendría consecuencias muy negativas para todos, empezando por los europeos que viven en Reino Unido. Hay mucho en juego como para tomar decisiones precipitadas. Una vez Reino Unido ha entrado en coma, hay que evitar que arrastre a Europa a la UVI.