La decisión de Pedro Sánchez de convocar elecciones para el próximo domingo 28 de abril abre no pocas lecturas. Para empezar, en la horquilla de fechas en la que se movían los socialistas, el adelanto de las generales a abril les permite someterse al veredicto de las urnas sin más desgaste del necesario y una vez que los separatistas han evidenciado la soledad del Gobierno.
A este respecto, EL ESPAÑOL publica este sábado una encuesta -con la perspectiva de una convocatoria electoral inminente- que prueba que casi la mitad de los españoles considera "mala" o "muy mala" la gestión del Ejecutivo.
Ahora bien, Pedro Sánchez ha hecho de la necesidad virtud precipitando las generales. Lejos de hacerlas coincidir con el "súperdomingo", ha obligado a la ciudadanía a acometer dos procesos electorales en un mes, lo que supone un estrés añadido y que las arcas públicas tengan que desembolsar 130 millones de euros extra en estos comicios de abril.
Egoísmo
Hasta en los estertores, Sánchez ha obrado por puro egoísmo. Ni cumplió con la palabra dada tras la moción de censura de agilizar una convocatoria electoral, ni ha logrado aprobar unos Presupuestos quiméricos que eran la base de su programa de Gobierno, ni ha logrado calmar el desafío independentista.
En cambio, el 28-A es la muestra más evidente de que Sánchez se mueve en un cortoplacismo que, de entrada, condena a una parálisis en el Ejecutivo que durará, como mínimo, 4 meses. Y eso en el caso de que no haya que recurrir, de nuevo, a otras generales.
Resistencia
Es más, el hecho inevitable de tener que prorrogar los Presupuestos de Mariano Rajoy hace imposible alcanzar el objetivo de déficit del 1,3% acordado con Bruselas y en un contexto económico de franca desaceleración. Es ese mismo cortoplacismo de Pedro Sánchez, su "resistencia" a convocar antes a las urnas, el que ha impedido que España cuente con un Ejecutivo fuerte mientras la democracia afronta el trascendental juicio al golpe separatista en Cataluña.
Lo más paradójico es que, después de la comparecencia solemne de Sánchez para anunciar los comicios anticipados, el presidente haya aprovechado hábilmente su intervención para figurar como un estadista sensato. Y su logro ha sido convocar unas elecciones a su medida.