El anuncio de Santiago Abascal de promover "un cambio radical urgente en la ley para que los españoles sin antecedentes (...) puedan disponer de un arma en casa" es la gota que colma el vaso en el discurso ultramontano de Vox.
Su mensaje coincide con el fichaje de varios militares franquistas y el ataque a los homosexuales, a quienes no considera adecuados ni para casarse ni para adoptar, porque no forman una "familia natural".
Marcar agenda
Abascal, que busca el apoyo de los sectores más reaccionarios de la sociedad, abraza sin rubor la homofobia y la xenofobia. No le importa azuzar los sentimientos más bajos de la gente. Muy al estilo Trump, parece estar cómodo colocándose en el centro de la diana para marcar la agenda: "Cuanto más se nos insulta más gente nos conoce y nos vota", ha dicho.
Por eso, cuando el mundo entero aún está conmocionado por la reciente matanza de Nueva Zelanda y el país anuncia medidas restrictivas en la posesión de armas de fuego, a Vox no le supone ningún problema ir a contracorriente con una propuesta que le aleja de nuestro sistema de valores.
Reaccionario
Pero el discurso reaccionario de Vox no parece obedecer a una mera pose electoral o de estrategia: simplemente se retrata como lo que es. Este mismo miércoles, Abascal se entrevistaba con quienes presumiblemente serán sus aliados en Bruselas: los ultracatólicos y eurófobos del polaco Jaroslaw Kaczynski.
Vox ha llegado a tales extremos que obliga a PP y a Cs a cortar cualquier tipo de colaboración. El tiempo ha venido a darle la razón a Manuel Valls, que se reitera en su diagnóstico: "Son nostálgicos del franquismo o revisionistas y homófobos". El propio Abascal, al echarse al monte, ha acabado por tejerse su cordón sanitario.