Los cambios introducidos por Pablo Casado en la dirección del PP coincidiendo con el año de su llegada a la presidencia confirman la renovación y el relevo generacional del partido. Casado ha hecho su equipo sin hipotecas, con políticos jóvenes, moderados y de valía contrastada.
El líder del PP ha demostrado buen criterio al elegir a personas como González Terol, con experiencia municipal, para dirigir la Política Territorial, o Ana Beltrán, nueva número tres y referente de la lucha contra el nacionalismo en Navarra. También ha dado pruebas de firmeza al llevar a Cayetana Álvarez de Toledo a la portavocía del grupo parlamentario pese a las conocidas reticencias de algunos barones.
Sin ataduras
El único punto negro es la forma en la que se ha consumado la elección de Javier Maroto como portavoz del Senado. La artimaña de empadronarlo de la noche a la mañana en un pueblo de Segovia que apenas ha pisado en su vida es una mancha que acompañará al dirigente vasco toda la legislatura.
Ahora bien, el PSOE va a tener muy difícil seguir ligando en adelante a los populares con episodios del pasado. Con la corrupción, sin ir más lejos. La renovación es profunda. Casado ha dejado definitivamente atrás la herencia del azanarismo y el marianismo y empieza a volar solo y sin ataduras.
Nuevo impulso
Rivera y Abascal tampoco van a tener fácil recortar terreno a este nuevo y regenerado PP, que además recupera impulso por los gobiernos conquistados en Andalucía, Murcia, Castilla y León, la capital de España... y hay que suponer también que en la Comunidad de Madrid.
Casado está demostrando criterio y aplomo. Tras superar una difícil situación interna marcada por las inercias y una complicada coyuntura política, con dos competidores directos como Ciudadanos y Vox, ha sabido ir ganando terreno para consolidar un proyecto ganador.